La vanidad controla el mundo o buena parte de el y hay imperios que tienen como base esta debilidad universal. Una etapa en la que nos corrompemos y pensamos demasiado en lo que no es importante, tratando de mantener el tiempo en el que fuimos felices o teníamos exactamente lo que queríamos. Un paralelismo con la deformación voluntaria a la que se somete la gente con obesidad mórbida por ejemplo en la película The Whale del año pasado; funciona al revés. Alguien puede deformarse a tal punto de congelar en sus grasas las escenas que tanto añora y morirse lo más pronto antes que esos recuerdos se deshagan con el sudor. La gente que opta por las intervenciones quirúrgicas de forma constante para retardar el envejecimiento tiene la misma tiranía del olvido a la que no quieren someterse. El cambio en donde ya no son estrellas o más allá de eso ya no son amados. No importan tus virtudes, tu dinero o tu bondad, ya no te aman más. Es muy duro aceptar eso.
Elizabet Sparkle(Demi Moore) no lo quiso aceptar, la alfombra de The Shining la contempla mientras ella hace su programa de fitness y le felicitan su cumpleaños numero cincuenta. Dennis Quaid como Harvey es la personificación del consumismo y la monetización de la decadencia además de recordarme a mi amigo Axl cuando come, ninguno de los dos tiene modales o respeto por el acompañante que tiene presenciar un espectáculo repugnante y ruidoso, en parte lo normal de convivir con un desadaptado. En la película el desadaptado es el jefe y toma las decisiones que afectan a la mayoría que tratan de vivir una vida normal; estas despedida y ya eres historia. La distancia entro lo que teníamos cuando éramos felices y la realidad es un recurso literal: los espejos con las expresiones y las cirugías que no engañan a nadie, la muñeca en la bola de cristal, el cuadro grande y la perspectiva que le agranda aun más minimizando la autoestima. Sintiéndose así es fácil someterse e ir a un mal vecindario a comprar lo que te digan que te hará sentir mejor, yo lo hice con otro tipo de sustancia.
Mutilada y todo, quiso proyectar algo que no era y vivir con las reglas vigentes exponiendo lo que más valora la sociedad actual: Sue, su culo, su sonrisa, su inocencia, sus bailes, su aparente perfección tan lejana de lo que en realidad es Elizabet pero tan cercano a lo que fue, saltando esa valla déspota del tiempo y queriendo como cualquier adicto vivir más en esa ilusión pudriendo su cuerpo original, volviéndose mas desagradable para la sociedad que tanto le enriqueció. La cámara se aleja para ver como desciendes más a tu propia tumba, porque Sue(Margaret Qualley) no existe así como no existimos los que aparentemente estamos bien solos. Algunos odiamos esa parte de nosotros que fue feliz ya que se fue. A punto de salvarse quiso volver a consumir un chute más, igual que un adicto en picada y similar a ellos tuvo una experiencia de no retorno. Todo se pudrió.