Hasta ese momento la noche había transcurrido muy tranquila, el clima era cálido, no había mucha gente en las calles, la cerveza estaba fría y la música en el bar iba de buena a mejor; hasta se podría decir que era una de esas noches que ella tanto había esperado. Después de algunos temas sin relevancia a los cuales Guillermo no puso mucho interés les invadió un largo silencio que presagiaba lo que después seria un extraño adiós. Se sentía algo así como la retirada del mar previo a un tsunami.
- Te veo pensativo... ¿Algo anda mal?
- No todo tranquilo... con la mirada en la mesa.
- ¿No será algo de tu ex, verdad?... Como si ella habría aprendido a presentir cuando se trataba de eso.
Él sonrió, se acomodo en el sillón, tomó la cerveza por el cuello de la botella, se aproximo a la mesa.
- Hay algo que no te he dicho sobre ella...Las mujeres ponen una mirada especial cuando saben que tienen razón y hubiesen querido no haberla tenido.
- Te conté que ella estaba mal, que tenía depresión. El hecho es que por ese tiempo me dediqué a estudiar y por las noche a la biblioteca de psiquiatría, por casi tres años leí, pregunte y aprendí todo respecto a la depresión, tanto así que cuando hablaba con sus psiquiatras ellos pensaban que yo era uno de sus colegas...sonrió.
La mirada de ella iba cambiando de pena a compasión, a preocupación, no era difícil verlo como si lo llevara escrito; ¿Y todo eso hacías por ella? ¿Tanto la querías? Él podía leerlo y seguro cualquiera que la hubiera visto lo hubiera hecho.
- Bueno, leyendo y repasando llegue a un método que se llama E.R.M que consiste en inducir al paciente a un estado de hipnosis estimulando ambos hemisferios del cerebro, cuando ya esta en trance se introduce un “parche”, el “parche” cubrirá el trauma del paciente y este no podrá recordar nada de lo traumático. Es un método muy usado en EEUU con los soldados que vuelven de la guerra.
Ahora la mirada de ella expresaba curiosidad pero siempre una pena iba de fondo. De pronto él estaba callado y parecía que buscaba las palabras necesarias para decir algo pero le estaba costando hacerlo.
- ¿Te conté que ella estuvo internada verdad?
- Si...Algo de la cura del sueño me dijiste.
Guillermo miraba la mesa con mucha agudeza evocando lo que ya le había contado.
- Mientras ella estuvo en la cura del sueño fui a verla. Me senté junto a su cama y comencé los estímulos...Los ojos de ella parecían salirse de sus orbitas...Cinco minutos de darle un toque en la pierna izquierda, de ahí la derecha, la izquierda de nuevo…Vi que sus ojos se abrieron pero las pupilas estaban dilatadas y la mirada fija para atrás, la respiración se aceleró...Ella le miraba ahora con rabia, sabía que algo tenía que haber pasado...El parche debía ser puntual para un trauma pero yo…pero yo quise cambiar partes enteras de su vida; si el problema había sido ese chico que conoció en el colegio, entones todo eso se debía cambiar, ahora conocería a un chico en el colegio pera ya no seria él sino…
- Serias tú…
- Si, ahora el seria yo...Un pequeño silencio los abrazó...Ella debía estar en cura de sueño por 3 meses, pero comenzó a recuperarse mucho antes de lo esperado tanto así que su papà la saco y la llevo de paseo a Suiza. Cuando volvió tenía una mirada extraña, me abrazo y me dijo: “Guille que chévere es estar contigo”...Toda expresión había desaparecido del rostro de ella, un ligero asombro brillaba en sus ojos...Así estuvimos por casi 2 meses, hasta que algo raro sucedió...Una nueva mirada de reproche invadió su rostro...Comenzó a tener sueños extraños, dormía poco y grandes ojeras se dibujaban bajo sus ojos, hasta que un día me dijo: “Guillermo estoy teniendo sueños raros en los que alguien me habla, me cuenta un cuento como si fuera una vida o la vida de alguien y por más que parece real yo se que no es verdad" y le dije: “pero ya hablamos sobre los sueños y sabemos que no son realidad”. A lo que ella respondió: “Pero es que no solo lo escucho dormida Guille, también le escucho cuando estoy despierta...Le llamo el narrador de cuentos”...Ella llevaba una expresión que nunca antes había visto, entre repudio y pena, asombro y asco quizá, se podía ver la mesa pintada en los ojos de Guillermo, estaba absorto y a ella le pareció por un momento que un brillo muy extraño cubría esa imagen de la mesa pintada en sus ojos, como si una lagrima o una fracción de lagrima estuviera peleando por salir. Pero él se recostó en el sillón, puso una sonrisa en la que torciò la boca para un costado; dijo... “Y así paso”.
Esta es una colaboraciòn y ha sido escrita por el mismo amigo de Gonzalo Gozza