jueves, 24 de marzo de 2022

La Caída

Recibí una contusión en la cabeza y he activado una zona diferente a la que usualmente recurro para resolver mis problemas cotidianos. Fue una caída tonta en bicicleta por no prestar atención y distraerme atendiendo una publicidad en el camino. Perdí el equilibrio y la bicicleta hizo una cabriola que termino con la llanta golpeándome y la campana destrozada. Recogí los pedazos de metal y plástico y le respondí a una señora que se preocupó por mi estado. El rompemuelle traicionero yacía inexpresivo y firme en su consistencia a esas horas de la tarde.

El tiempo en el que ocurrió esa caída fue lamentable, las cosas no andaban bien y la resolución de problemas estaba a cargo del lado más primitivo de mi mente. La sabiduría otorgada por los años de evolución y el desarrollo de toda una red neural de conocimientos y aptitudes heredadas era ignorada. Atendía las demandas con las peores decisiones de mi repertorio y parecía haberse instaurado una racha de desatinos. Como en un partido de futbol mediocre; todo era un caos.

La ira era la respuesta y actitud adoptada para no atender el verdadero fenómeno al que me enfrentaba que era el de mi envejecimiento. Aceptar que nuestros recuerdos van hacia un charco de vacío profundo y oscuro mientras todas las cosas se deterioran lentamente no estaba en mis consideraciones. Todo ocurre sin ninguna nostalgia o emoción humana, es lo natural; como un manantial que se llevaría cualquier sufrida canción de amor o carta de venganza con la misma indiferencia. El agua y la sangre fluyen, siempre fluirán.  

Entonces a esas alturas traté de no perecer y de ser agradecido. Era cierto lo que algunas personas decían de mi indolencia y de la falta de misericordia, lamento no haber aceptado que lo había aprendido y que no lograba salir de mi zafiedad más que nada por una férrea convicción. Nunca entendí el valor del dinero y esperaba del lado afectivo la misma abundancia. Aprendí mucho después a diferenciar los tipos de amor por varias aporías personales, después de haber guardado un gran rencor.

El ajedrez no lo es todo, quisiera enamorarme y saber que se siente besar a una muchacha. Dejar los viajes y las competencias... Solo deseo contemplar una partida con alguien que no sean mis padres. Extraño tanto el caminar con mi perro y ser como los otros chicos…Pensaba eso cuando era un niño sin entender la suerte que tenia de no haber crecido en un lugar donde mis habilidades hubiesen pasado desapercibidas. De haber sido bendecido y que las privaciones pueriles correspondan a una vida llena de logros y reconocimientos.

Recordaba con nostalgia aquella normalidad de no competir, de no sentirme presionado por distintos motivos sociales e incluso políticos que tengan que ver con mis victorias. El mundo no representaba en ese momento lo que ahora sino más bien un gran espacio por recorrer junto a mi perro Ivo. Ninguno de los dos teníamos consciencia de algún proyecto de vida o de alguna meta por alcanzar. Solamente caminábamos por la nieve explorando el lugar. Nunca se vuelve a los momentos de felicidad del pasado pero ayuda recordar que existieron.

Adoraba los bufets y las grandes cenas que la FIDE hacía para nosotros. Un gran número de veces como hace unos días he tenido una mala noche por la mezcla exorbitante de comida, cocteles y prolijos postres que terminaron sin ninguna distinción en el inodoro después de varias arcadas. Las decisiones más triviales no habían sido tomadas en serio y ya había sentido en el fondo de mi algo de resentimiento mermado.

Un impulso irrefrenable de ponerme histérico y de gritar blasfemias, perjuicios sin distinción, despertó en mí. El desconocimiento total de las normas de convivencia para echar por tierra mi reputación. Las voces que oía no son solo fantasías que logran abducirme del tiempo real, pertenece a mis controladores. Logre dejar de oírlas por un tiempo cuando estábamos en Kemer. La caída había ayudado a callarlo todo.

Los problemas que tengo no tienen razón de ser y mi violencia es inadvertida. ¿Cómo puedo dormir tan plácidamente? Durante la mayoría del tiempo soy absorbido por un bicho caótico y de costumbres totalmente vándalas. Me veo forzado a ser una persona que no logra salir de su habitación sin destruirla. Siempre listo con la confianza y arrogancia que me otorgaba mi título de Gran Maestro Internacional pero de fácil de estallar ante la presión. 

Pocos meses después mi apenada novia no pudo más y huyó de mi compañía dejándome solo con la federación que ya había tenido rumores de mis supuestas golpizas y explosiones de ira. Nunca acepté algún comportamiento fuera de lugar y atribuí todo a los problemas de pareja. Dentro de mis partidas deslumbré con mis jugadas pero algo ocurría internamente y no lo trataba con la debida responsabilidad.

El día que perdí a mi madre tuve un sueño. Le preguntaba a mi hermana que estaba junto a mí; niños ambos, cuál de los dientes le dolía pidiendo que lo señale en una calavera que sostenía en su mano. Una vez señalado mi madre procedió a retirarlo, prensándolo fuerte con una pinza y haciendo movimientos circulares para que este afloje. Después de forcejear un rato la salió con un sonido seco y mi hermana empezó a sangrar profusamente por la boca. Desperté con una extraña sensación.

De la misma manera debía yo de señalar en el espectro que era mi salud mental donde se encontraba aquel mal que tanto me obligaba a perder los papeles y que ya había dado noticias en la casa de mis padres. Las cosas no mejoraron y poco a poco fui perdiendo mis privilegios…aún recuerdo tu risa y la manera como te engreías. Las ilusiones tan desproporcionadas que te hiciste sobre mí y la decepción tan dura de verme caer en un abismo. Lamento tanto lo que paso y a la vez regreso siempre a tus brazos.

La vida ahora es proporcionalmente solitaria a como fui cuando no estaba medicado. Solo espero la mudanza.