sábado, 19 de septiembre de 2015

No seas Cobarde

No, 
no se vaya usted,
por favor. 
Ya no la volveré a molestar, 
jamás. 
Se lo prometo,
pero por favor, óigame usted. 
Aquí, en este lugar, le quiero pedir perdón, perdón por todo, 
perdón, 
por quererla… 
pero yo no tengo la culpa de sentir lo que siento por usted. 
Me han dicho 
que yo no tengo derecho a enamorarme 
y menos 
de una persona como usted 
porque soy lo que soy, 
y ni yo mismo sé cómo iré a acabar 
pero el corazón no sabe de eso, sigue tranquilo, en calma; 
cuando de pronto se detiene… 
como si la propia vida se detuviera por un momento 
con la angustia de no saber si la vida acaba ahí 
o va a seguir otra vez adelante
y esa angustia 
ya nunca se aparta del corazón, 
pero yo he soñado 
creyéndome capaz de haberla podido hacer feliz 
y Dios sabe 
que todas mis esperanzas ya sólo pueden tener una finalidad en mi vida… 
seguir soñando en eso mismo, 
en que quizá 
yo la hubiera hecho dichosa a usted. 
Yo sé que algún día me tendré que ir de aquí, 
tal vez, 
muy pronto
y ya nunca la volveré a ver 
pero quiero que usted sepa 
que la llevaré aquí, siempre, 
estará usted aquí conmigo… 
como está esa imagen en ese altar. 
Así la quiero a usted 
y así 
la seguiré queriendo,
siempre.

El general José Juan Reyes (Pedro Armendáriz) a Beatriz Peñafiel (María Félix) en la iglesia. Enamorada(1946) Emilio Indio Fernández.



domingo, 13 de septiembre de 2015

La Profesora Juanita ya no va a venir...

Chicama de Omar Forero es contemplativa y cómplice, poco dialogo y mucha familiaridad. Es tan cercana que no es necesario demostrar más allá de lo cotidiano para saber lo que piensan, es como viajar y mirar por la ventana del bus, caminar por montes y ríos, disfrutar del atardecer. Los amigos y conocidos son amigables como lo son los peruanos humildes, siempre invitan, la olla siempre prepara sopa y casi no se venden las bebidas heladas. Los orines de la linda profesora casi llegan a las zapatillas de  César y marcan así la ruta verdadera de su viaje a Trujillo. El mar siempre se lleva los pensamientos malos y nos da fuerza para regresar a nuestra rutina. La historia no toma una dirección hacia su desenlace sino que se pierde en los bellos paisajes y en la vida misma. La música es de Santiago Pillado y es una delicia para la melancolía del ambiente y de todos los hombres solos.


domingo, 6 de septiembre de 2015

I love you Marge, I love you Norm

Peter Stormare es un gran actor, interpreta de una forma muy real la frialdad y la manera como se debe proceder en situaciones desesperadas en casi todos los papeles que interpreta. Solo le he visto papeles de malo y son casi siempre los que tienen que tomar las decisiones difíciles y crudas sin ningún titubeo. Aunque no es el único tipo de matón que hay pero es el que logra refrescarnos la verdadera vocación del crimen y no la accidental avaricia de algunos ante las circunstancias. Steve Buscemi siempre logra caerme bien y debe ser por su naturalidad para satisfacer necesidades básicas así como sus reacciones ante la incomodidad, muy latino. La imprudencia de un policía podría volverse heroísmo cuando encuentra a un sujeto metiendo un cuerpo en la trituradora de madera y mantiene firme el arma, esquiva, apunta y bang. El embarazo no es un ingrediente común en un policía, menos el amor sereno y sincero de pareja que se comprende y vive en armonía en su provincia fría y leñadora de habitantes moderados y corrientes. Dejar testigos nunca es una opción si se le puede eliminar, huir siempre aliviara todo y quizás nunca me encontraran. Siempre hay un entusiasmo por ver como se mata a alguien sobre todo si es el villano de la historia, pero es tan verosímil la forma en que caen las victimas que no es necesario hacer un primer plano a la ejecución, es un deleite solo el primer instante antes de morir, luego cambian de toma y aciertan. William H. Macy siempre fracasa y le queda perfecto, esta hecho para interpretar ese tipo de papeles, para dejarse llevar por impulsos ante la presión y no tener vergüenza en caer cada vez más bajo, como aquel Mike Yanagita y su patética vida sin amor. No se puede estar más perdido que cuando se intenta ligar una mujer en cinta y no se puede estar más preciso que cuando no se aporta nada a la trama pero la presencia sola engrandece la historia.  Ya voy tres películas de los hermanos Coen y ninguna ha sido mala. 




Sobrante de Hule(Cosas de chicas)

¡Somos sexys, somos calientes, somos libres! ¿En serio? ¿En qué momento las mujeres tomamos esa consigna de feminismo peuco y nos convencimos de estar disponibles al follón sin pedir nada a cambio?. Los hombres históricamente han estado dispuestos a pagar un costo por acceder a una mujer, con una cita, con palabras de amor, en el extremo con dinero; sin embargo, hoy somos nosotras las que no pedimos ni un mensaje de texto post coitum.
No pretendo caer en nostalgias reaccionarias, pero hay que reconocer que la situación actual de nuestra transacción sexual, es como haberle pedido al mismo empleador que nos tenía con contrato fijo, una boleta de honorarios.
Después de tanta lucha que hemos dado para salir de la opresión de la norma macho, nos tropezamos con algo curioso y sintomático: nos hemos transformado en una fantasía masculina, es decir, en un pedazo de culete gratis. Claro, las mujeres no le decimos así… sino que usamos eufemismos como mujer libre, multiorgásmicas, lovefree, autogestoras del orgasmo.
Así, muchas veces nos convertimos en esa amiga-amigo, que declara ser distinta a sus congéneres. Y que se empeña en buscar cuestiones fálicas, como el poder, la competencia, follar. Lo que no sería problemático si no fuera porque en la exaltación de esa vía, renegamos de cosas como la palabra, la cercanía y el cuidado. Todo bajo el nombre de liberación.
¿Pero de qué se habla cuando se alude a liberación sexual? No más que a la flexibilización de contratos. Más allá de los viejos convenios – que como toda norma siempre fueron transgredidos- se trata sobre todo de estar libre del otro. El sexo así, tiene rostro libre, pero cuerpo mezquino.
Por otra parte, me pregunto si es posible jugar realmente el mismo juego de los hombres, cuando aún no tenemos las mismas condiciones en la cultura. Porque todavía las mujeres valemos menos en el mercado laboral. Aún no somos dueñas del destino de nuestro cuerpo, la natalidad es un asunto de Estado y la maternidad, un asunto privado con escaso apoyo social. Aún debemos modelar nuestros cuerpos de acuerdo al fetichismo masculino ( quién no se ha sacado fotos de pedacitos de sus presas para exhibirlas en las redes sociales). Aún los femicidios. Aún los juicios clásicos hacia las mujeres: tontas, locas, maracas. Entonces ¿por qué tendríamos que estar en las mismas condiciones en la erótica?
Para que esto no parezca – que seguro ya lo parece- un lamento conservador o un gemido de mina histérica, hay que entender que a veces la libertad prometida no es más que una nueva domesticación.
Nos enseñaron a pensar que el único mecanismo de control social era la represión y que, por lo tanto, librarse de las ataduras significaba libertad. Y es cierto que las mujeres hemos tenido que pelear frontalmente con el poder para lograr cierta justicia y dignidad. Sin embargo, olvidamos que la ideología también se instala a través de discursos y prácticas que parecen neutrales. Y es por esta vía que nos hemos construido una autoimagen, que tiene mucho de impostura masculina. Calientes, independientes, cabronas.
Estos discursos, que parecen inofensivos, provienen al menos de dos fuentes. Una de ellas es la erótica modelada por la ciencia. Casi cada semana nos encontramos con algún técnico del sexo enseñándonos como amar e imponiéndonos distintos scores de la práctica sexual. La ciencia ha transformado el sexo en tema sanitario. Ahora se dice que sería bueno para la salud, como hacer deporte o comer fruta. Por el contrario, alguien que no tiene sexo -por que no puede, o no quiere- estaría enfermo.
Desde otro frente, la revista femenina propone a la mujer de vanguardia. Invitando a la sexualidad tántrica, holística, cuántica… promocionando juguetes sexuales de diseño para llevar en la cartera por si a una le baja la calentura por ahí. Angustiando a cuanta fémina, que con su libido por el suelo, se siente culpable y frígida.
Lo que no hemos entendimos – como decía Foucault – es que decirle que sí al sexo, no significa decirle que no al poder. Sin darnos cuenta, nos hemos ido construyendo como mujeres hiperdefensoras de lo masculino, dejando a un lado nuestro gran capital transformador: el campo de las relaciones. Ese tejido social que apunta al cuidado y la cooperación.
No se trata de defender las viejas instituciones de lo amoroso, que también nos aplastaban; pero el simulacro del touch and go crónico deshumaniza. Se trivializa el cuerpo, se mecaniza el sexo y se atenta contra las posibilidades de un encuentro: la amistad, la ternura, la solidaridad, al menos una fraternidad política con el otro. Por mi parte, aún prefiero las mentiras al oído, la resaca de un encuentro; que un acuerdo de sexo controlado, avaro de la locura de a dos, sobrante de hule.

martes, 1 de septiembre de 2015

Juntos

Tienes mi mente cogida del rabo
y por si los instantes se me escurren por  trabajo,
me jalas de nuevo con tus uñas negras a la manera como dormías.
El tiempo no espera a que me anime a olvidarte
y te trae lo consecuente a tu belleza.
Como todo lo bueno de la vida solo te quedas un momento conmigo
para hacerme soportar el temporal con tu recuerdo.
Estaremos juntos por siempre pero solo en mis sueños,
tu vuelo ya salió para mi inconsciente.