Se me ha pedido que aborte mi ternura
que no pida como un niño
los cariños que no tuve,
que ya no decore mis palabras
con telas de colores.
Me dicen que es estúpido
e innecesario,
que lo guarde en un saco
y lo tire a la basura.
Que todo ha cambiado y
ya no hay espacio para ello,
con cinismo y amargura
me corrigen en mi ser
descubren las fantasías
y son todas travesuras,
algodones de azucar
que protegen de la vanidad.
Es culpa de uno mismo la desilusión
la esperanza en vez de la caza
llevan al martirio.
Ya ha arribado la libertad de maldad;
sintoniza con el desprecio que me acorrala.
¿Debo prevalecer
aunque las bestias me quieran corromper?
Los recuerdos son mentiras
que inventan los arcontes.
Francisco de Goya, The Witches Sabbath, 1823-24
que no pida como un niño
los cariños que no tuve,
que ya no decore mis palabras
con telas de colores.
Me dicen que es estúpido
e innecesario,
que lo guarde en un saco
y lo tire a la basura.
Que todo ha cambiado y
ya no hay espacio para ello,
con cinismo y amargura
me corrigen en mi ser
descubren las fantasías
y son todas travesuras,
algodones de azucar
que protegen de la vanidad.
Es culpa de uno mismo la desilusión
la esperanza en vez de la caza
llevan al martirio.
Ya ha arribado la libertad de maldad;
sintoniza con el desprecio que me acorrala.
¿Debo prevalecer
aunque las bestias me quieran corromper?
Los recuerdos son mentiras
que inventan los arcontes.
Francisco de Goya, The Witches Sabbath, 1823-24