Querida Daruma
Hoy he roto mi promesa de atesorarte y de mantenerte a salvo por el resto de mi vida. La he roto de la manera mas vil. Ensuciando mi mano con tu sangre producto de una cachetada. Mi vida entera se ha derrumbado y no puedo conciliar el sueño. Trato de distraerme viendo distintas plataformas, pero no encuentro alivio en ninguna de las alternativas que proponen. El día más feliz de mi vida fue cuando naciste querida hija y te dieron envuelta en una toalla a tu madre. Yo estaba presente y me quede hasta que pude traerlas a casa. Conduje el auto de regreso esquivando cualquier bache para no incomodarlas. Tu desorden y rebeldía, algo que yo también compartí en mi propia adolescencia, se me han vuelto insoportables; el trabajo y tu madre que siempre se empeña en tratar de menospreciar las humildes cosas que puedo regalarles, son fuerzas devastadoras que deseo corresponder con la proclamación de mi propia derrota. He venido a la montaña para entregarme y para disculparme por no ser lo que esperabas. Yo siempre te he amado Daruma y me parte el alma haberte pegado, discúlpame y recuerda por favor que tu padre se esforzaba mucho porque le ames.
Un beso
Chichi