Queridos policías que invaden lo más limpio del ideal de justicia y dejan su marca registrada llevándose consigo unos cuantos billetes, ver como trabajan en las comisarías de cerca es un cambio brusco en la mentalidad de los que tienen con respeto a la siempre mal ponderada fuerza policial. Yo estuve presente hace poco en una de las comisarías de mi ciudad y presencie un acto realmente infame. Esperaba tranquilamente sentado en un asiento de madera a que me atendiesen, no era el único que venia con mi papelito de tres soles cincuenta y cinco que pagué en el banco de la nación tras una larga cola de muchos minutos, habían también personas que no lo tenían y ni siquiera estaban enterados que era un requisito para que los polis te atiendan. Pero como en el funcionamiento dentro de la justicia todo tiene solución, había una señora que los vendía a cinco soles afuera de la oficina donde uno iba a hacer la consulta o denuncia correspondiente. Que coincidencia también que la señora fuera pareja de uno de los policías que se encontraban trabajando en esa comisaría, uno que la mayoría del tiempo lo vi conversando con ella.
Estaba yo esperando a ser atendido cuando hizo su aparición una mujer blanca de aproximadamente 30 años con la ropa sucia y evidentes signos de haber sido atacada. De inmediato observo el panorama y se acerco al policía que tenía más cerca. Se le acerco y le hizo una pregunta directa en un tono ligeramente alterado ¿Dónde están los policías y que hacen por la delincuencia? A la mujer le habían robado muy cerca de la comisaría bajando del micro. Según su relato alguien vino corriendo y le quito su cartera con su dinero y documentos, como ella se resistió fue agredida físicamente. Se quejaba de su condición de mujer y de no poder hacer justicia con sus propias manos, incluso levantando arengas para que sean los delincuentes castigados duramente hasta con la muerte. Hizo una hipótesis interesante al tratar de explicar su obrar si tuviera el poder para hacerlo. Dijo que le pasaría a los delincuentes toda la enfermedad de la gente que esta en el Hospital de Neoplásicas muriendo para que se extinga esa especie, que incauta.
Era entendible su enojo y exaltación pues acababa de ser asaltada en la misma cuadra donde los polis tenían su madriguera y ninguno hizo su valiente aparición en su auxilio. Ella tuvo que venir a hacer su queja y cuando el policía le respondió a su directa y subversiva pregunta lo hizo con una ironía y una burla tan patética que le saco mucho brillo a su piel grasienta de cerdo engordado con los papelitos del que compran para tratar de así hacer valer la justicia que reclaman a un precio tan módico. Ahora era el poli el que hacia las preguntas y eran tan estúpidas que no creo que hayan tenido otro fin que el de exaltar más a la mujer ¿Cuándo paso este incidente había algún policía cerca? No, respondió la mujer y él asintió con la cabeza como si eso fuera la justificación perfecta para que se pueda robar en la misma cuadra de donde el estaba sentado riendo feliz con su camisa abierta, su estomago prominente y su pistola enfundada. Las preguntas siguieron y cada vez eran más tontas, ¿el choro corrió para la izquierda o para la derecha? ¿Cuándo se fue corriendo dijo alguna cosa o dejo alguna pista para ubicarlo? Puras estupideces salían de la boca de ese mamífero inferior y la sorpresa era total entre las personas que estaban esperando la atención como yo, algunos sonreían y podía leer en sus ojos la clásica aceptación del peruano cuando algo esta mal, ya perdiste pues mamita.
Como llego mi turno de ser atendido la mujer estaba tan malgeniada que se lo cedí sin dudar y el poli de adentro que era más viejo, pero con la misma cara de puerco hambriento, le recordó lo mucho que les gusta el orden y como se debe respetar la cola para que todos vayamos formaditos a obtener justicia. La mujer no quiso aceptar esto y el puerco tuvo que atenderla muy a su pesar porque a él no le gustaba que alguien le recordara que lo que hacía todos los días sentado en su escritorio recogiendo papelitos y apuntando nombres con DNI era absolutamente en vano. A nadie le devolvían lo robado ni le aseguraban el arresto de los ladrones, no parecía que los ciudadanos obtuvieran alivio. La mujer puso su demanda pero no sabía lo del papelito así que el poli le dijo que había una señora afuera y que solo le costaría cinco soles, que suerte. La mujer salió y dijo lo que pensaba, encima que me roban tengo que pagar para que me atiendan , pero no tuvo otra opción. A los cinco minutos salió furiosa ante la socarronería del policía que la atendió. Yo ya había entrado a la oficina a requerir la copia de la denuncia que quería con otro poli y vi como se molestaban tanto el policia que la atendía como la mujer que reclamaba, esta última por tener que tratar con gentuza tan parecida a el ladrón que le había causado la desgracia de ese día, salió indignada y se quedo también indignado el poli llamándola loca a las espaldas, de una forma tenue como para que no le oiga.
El policía que me estaba atendiendo me explico que a él tipear una hoja le demoraba un día así que mejor era que viniera mañana pero ante mi negativa y consejo de fotocopia con sello se paro y se fue con cara de asombro ante alguien que no obedeciera a su autoridad y que no temiera de su porte. Los minutos pasaron y al final el puerco me trajo el documento solicitado. Me dijo que sea consciente que lo había hecho para ahora y que eso le había causado un gran esfuerzo. Yo solo vi que tipeó un ratito en la compu y en su maquina de escribir, puso unos sellos y nada más. No se si las maquinas de escribir en las comisarías son de carácter estético o porque les hace sentir como en las películas detectivescas. Me dispuse a irme agradeciendo por su sacrificada labor a ese agente del bien y el orden pero me detuvo con un llamado. Espérate me dijo, déjate algo por la copia ¿Cuánto cuesta la copia le dije? Dos soles me dijo, es para la gaseosa. Para mi suerte me dio un gran consejo; "uno tiene que ser agradecido".