Anoche fui a el Circo de los horrores en el Jockey Club del Perú. Tomé un taxi y buscamos la puerta de entrada al circo, llegué y caminé un recorrido largo hasta donde habia una cola inmensa, de esas que uno solo veia en el comedor universitario.La gente esperaba con cigarro o chica en mano y asi avanzabamos de a pocos. Se vendían parafernalia de peliculas de terror y cachitos de diablo que brillaban, como los del video de ACDC, gaseosas, cigarrillos, todo más caro que en la bodega y con advertencia de estar a mitad de precio de lo que estaba dentro del circo.
Entre y vi una nube de lo que supuestamente era niebla y cuadrados iluminados en los que se vendían polos, comida y bebida. Todo estaba enumerado asi que tuve que buscar mi ubicación, oscuridad desorientadora pero habían puesto a unas chicas a ayudar a los que iban llegando. En el sitio ya notaba que de algunas direcciones habia gritos y risas y se iba acercando cada vez más una sensación de desconocido; actores disfrazados eran los culpables de esto. Había personajes como el asesino serial de massacre en texas, la niña de el aro, el hombre lobo, un mounstro con una cabeza de la que salia otro ser, una enfermera mutante con cuchillo y otras bestias más. Ellos interactuaban con los concurrentes haciendo abruptas apariciones cuando encontraban una multitud descuidada.Era esto el preludio de la performance principal.
Salio una niña que se hecho a dormir y no desperto más, luego salió un sátiro y dijo una letanía que me gusto mucho porque dejaba entreveer un verdadero fin macabro de toda acción que se fuera a realizar en el espectáculo. Hubo un baile introductorio para la presentación del maestro de ceremonia; un calvo semejante al Nosferatu que muy por el contrario de la actitud del sátiro dio rienda suelta a sus ganas de joder a todos haciendo bromas con un lenguaje soez. Acento español y bromas gore; pero la atinada observación de que el fin no es incomodarlos sino que degustemos de la poética de lo grotesco. Muy buena acotación.
Empezaron entonces los actos en los cuales se observaba distintos personajes realizando las partes que uno espera en un circo; el payaso, el lanza cuchillos con una rubia linda para poner en riesgo, contorsionistas (estos a modo de poseidas, muy bueno), trapecistas, malabaristas que mezclaban su morisquetas con baile flamenco, un verdugo con su convicto haciendo demostraciones de equilibrio a pura fuerza bruta con sus manos, niñas jugando con diferentes tonos de vestido haciendo canciones infantiles en las que se rimaba con la muerte. Cada acto mezclaba la gracia con lo bizarro y esto hacia mantener el hilo de una misma sensación gótica a traves de las dos horas que dura el show; dos horas con su intermedio de 15 minutos. Tiempo en el que uno va a mear o a comprar y para la sorpresa de los parroquianos, los baños eran portatiles como en los conciertos y hay que hacer cola para entrar en un cubiculo irrisorio todo meado. La gaseosa y la comida efectivamente el doble de lo que ofrecían los anteriores comerciantes pero la función tiene que continuar. Uno de los últimos actos fue una trama de asesinato que el director tenia que llevar al cabo con voluntarios de entre los asistentes y fue muy gracioso. Lo esperado para algunos pasa inadvertido por el espontaneo de la audiencia con la cara de confusión y de querer pasar piola que lo delataba.
Dentro de este circo el trato era mucho más íntimo con el espectador tratando de hacerlo pasar el ridículo por el bien del resto. De camino a casa, en el omnibus que me llevo a mi hogar, vi como un vendedor de canchita ya no quiso caminar más y se subio para tomar un respiro de la vida.