La ira reprimida me ha hecho presenciar momentos célebres con gente cercana, ver a amigos volverse una máquina de dar trompadas atropellando lo que pusieron en su mira haciendo el esfuerzo para hacer sangrar, ha sido parte de mis días. Tratar de tranquilizarles en ese instante no es suficiente pues no se detendrá hasta que llegue al límite. El temor de que eso pueda pasar repentinamente y alguien salga agraviado es yá un hecho cuando se toma y comparte con esta clase de amigos pero siempre es una sorpresa verlo nuevamente y el temor se vuelve morbo porque uno presencia ese maltrato y reconoce la vacuidad de la intervención. El otro día de la nada Hugo empezo a golpear a un cobrador porque este no le quizo cobrar la china de costumbre (había paro de transportistas); lo tiró al suelo y lo pateó dandole golpes secos en el rostro, Paco y su amigo huyeron por la avenida caminando rápidamente mientras Hugo gritaba histérico a los transeuntes. Yo, Luis, me había ya subido a un bus y vi asombrado todo el espectáculo desde la ventana de mi asiento, la gente que iba dentro quedó indignada y por lo que vi los peatones que presenciaron todo lo estaban aún más, querían tomar represalias.
Este tipo de comportamientos en gente aun más cercana como lo son hermanos o mienbros de familias disfuncionales revientan en un día de episodio destructivo todo lo que les rodea. Esas son llamadas de alerta muy notorias y drásticas que dan vuelta y media al clima familiar por un tiempo, a veces son dentro del círculo sanguineo otras veces ocurre el estallido en medio de una reunión o fiesta sabatina. Recuerdo cuando el Sr Imbécil se volvío loco por tanta ingesta de alcohol en su fiesta de cumpleaños y empezo a romper cosas y a gritar vulgaridades mientras una horda de freaks (en la cual me incluyo) presenciaba esta decadencia. Era notorio el enojo que sentía el Sr. Imbécil hacia sus padres pero nunca imaginé peor momento para expresarlo y peor manera de reaccionar la nuestra que permanecer y alentar ese desahogo como si fuera una performance. Cosas que pasan.
La ira de extraños por la posesión de tus bienes o por el hecho de maltratar a alguien tambien es un hecho común en nuestra sociedad. He sufrido algunos robos y cruzes con hordas de maladrines en la cual me he visto superado en número y he recibido caricias. Los golpes que contagian de esa ira como si fuera una infección multiple y la sensación que no puede calmarse más que con la emanación de la misma. Ira que se derrama sobre las mujeres, los compañeros de trabajo o sobre alguna parte de nuestro propio cuerpo. No hay niguna manera de evitar esa sensación y hay que lidiar con ella muy a menudo; golpea porque te golpearan. Esperar a un villano que encarne todo lo malo del mundo y se meresca por su propio comportamiento la golpiza, siempre llegará esa oportunidad. Golpéale fuerte y certeramente para que todo termine más rápido, para que la memoria no le falle cuando piense en volver a cometer el mismo error, golpea y de paso saborea el odio, el rencor y la ira que sale de tus manos, que te domina y te hace desentenderte de todo lo que te rodea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario