Partiste y quede errante en una pregunta sin contestar,
en el inconsciente de lo incierto, lo no seguro,
y quedé solo.
Desprovisto de lo que me guiaba hacia la vida,
remplazado por el plasma en una revancha del oro.
Caí en lo mas bajo nuevamente.
Volví a comer savia de los arboles y volví a beber lagrimas de uvas
sin considerar nada importante.
Recién despierto de aquel letargo,
recién puedo comer sin rechazo y ver desvanecerse el heno.
La suavidad de tu siesta y el olor a cada mañana contigo se van con el agua.
Después que todo se haya ido podre comenzar a echar piedras de rió.
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