viernes, 13 de marzo de 2015

El Amo Indómito

No, ya te dije que mientras sea solo pasión entre los dos aun no va a pasar nada más. Espero comprendas. Para mi hacer el amor es con amor y pasión.

Simple y llanamente no me interesa ningún compromiso contigo y no deseo tomarme el trabajo de invertir mi tiempo y esfuerzo en una relación de la que no obtendré lo que quiero, pensó. Con una sonrisa tranquila y amable; claro que te entiendo. La odió unos minutos más mientras le pedía que la abrace y se apoyaba en su pecho. Pensó una excusa para irse y comer algo solo, no quería pasar más tiempo junto a ella ni invitarle nada más por ese día. Afortunadamente recibió un sms de Guillermo que disfrazo de mensaje de trabajo y de documentos que tenía que preparar para mañana a primera hora. Pudo así librarse de ella e irse; un beso en los labios y una mirada fría de reconocimiento. Ella cerraba los ojos y él no.

Un enrollado con sopa para la mesa seis. El televisor trata de ensuciar la claridad de sus pensamientos; ley revocada y marcha juvenil, agresión a un menor por parte de su padrastro, ladrón cae en night club después de robar un millón de Hermes, líos de faldas de gente sin importancia, un culo lindo con una sonrisa fatua. Nada más peruano que informarse de banalidades mientras se come bien y barato. Viendo el pasado inmediato ella no parecía estar tan mal, tenía aun algo de labial en su mano, se limpiaba después de dejarla en su casa; era un gesto que estaba compuesto de algo de ego y otro poco de asco de ese cariño precavido y meticuloso que solo deseaba ser correspondido. Recordó otra boca... las locuras que cometió por amor. Un bocado de arroz y el sillao se escurre en su alma; busca todo lo negro y salado de sus ojos maquillados lagrimeando, de sus uñas negras sujetando su mano, del abismo oscuro que quedo en su pecho. Más arroz y el pollo enrollado calmaron todo esto momentáneamente y regresó a una mesa con un número seis bajo el vidrio, un perfume muy fuerte le despabiló de recuerdos. Era una mujer no tan joven, tenía buenas piernas.
La caminata a casa después de bajar del taxi en una noche mansa fue de introspección y humo de cigarro. Los recuerdos se entremezclan con un vaso de agua en la madrugada, con las ganas de orinar. No se podía descansar con la garganta seca o con la tinta fresca en la cabeza ¿Qué sería de su vida si le aceptase? Ella tiene el dinero que él jamás vería en su poder por merito propio. Ella le quería y ella ya no.

De nuevo una alarma ruidosa hacia alborotar la calma de todas las cosas dormidas en su cuarto, de nuevo había que enfrentarse con una cama fría y una almohada babeada que ya no olía a su cabello. Un desayuno pobre para dominar el día que se quería rebobinar hacia un tiempo cuando abría varios panes y los rellenaba de sentimientos  para compartirlos. Un café y un cigarrillo. Un reloj testigo de lo que fue y lo que ya no es, lo que nunca será. Tic tac, tic tac, tic tac. El tiempo es la avalancha de la vida y es irrefrenable; el esclavo del pasado está condenado a perecer por sus propias nostalgias. Todo tiempo pasado es mejor hasta que no se vuelve contra uno, todo estaba siendo observado por el amo indómito de la tierra, todo terminará pronto.
Las gotas caen de un caño averiado. Tenía la empaquetadura en el cajón de la cocina pero poco le importaba ese sonido agudo y perenne que hacía eco en toda la casa. La televisión prendida con sus programas de mediodía y el llanto de gente pobre ante un electrodoméstico o un puñado de soles se transmitía a esas horas, travestis construidos para el consumo masivo al lado de una ex modelo treintona, el estruendo de los aplausos y un leve dolor de cabeza le despertaron de sus pensamientos. La mesa y las sillas donde antes se sentaba a tomar jugo mirándole servirlo con gusto mientras esperaba su plato de entrada le hacían recordar que no había almorzado, era feriado no laborable y no tenía a nadie a quien llamar; sus únicos dos amigos estaban ocupados con sus familias. Tendría que ir solo al restaurante de la avenida a ver que de bueno había para  merendar… ¿Y de tomar? Una cerveza flaco.
Su celular alerto una llamada. Era ella, la que no quería, proponía salir en la noche a bailar ya que mañana era sábado y no tenía que trabajar; el tampoco pero lo hubiese preferido a cumplir ese deseo simple de compartir tiempo juntos como una pareja normal, como los dos jóvenes que eran; solteros y libres de divertirse en actividades antropológicamente destinadas más a la satisfacción femenina. Cumplir un capricho solo para demostrar que importaba satisfacerlos, recordaba esa sensación de hacer algo que no se desea solo para verla sonreír. No es fingir cuando en verdad no te importa más que estar con ella y hacerla feliz. Pero ella no era ella, así que se negó diciendo que se sentía mal de salud y que se iba a quedar en casa. Su orgullo le hizo decir tú te lo pierdes, como si en verdad supiese que todo lo que él decía como justificación era una mentira. No le importo en lo absoluto.

La tarde pasa y la casa sigue sola, no había recibido ni una llamada telefónica ni nadie había tocado su puerta. Solo su celular había tenido una llamada promocional estúpida; Ola soy Yazmín Pinedo… Cortó, ¿Quién mierda es Yazmin Pinedo? se dijo a sí mismo. La noche cayó con su velo suave y frio. Las cosas se veían mas recónditas con la sombras de los muebles. El humo de un cigarrillo parecía bailar una danza exótica mientras el espiral de la muerte recorría la casa para buscar un eje. Aun no era tiempo.
Se decidió en darse una ducha, ponerse una camisa y salir a caminar por el centro, nadie vendría a visitarle y a nadie le importaba si desperdiciase unos soles en una noche de viernes. No era tan viejo como para pedir una pizza delivery y comerla mirando películas en TCM. Tomó un taxi y con el poco trafico de esa noche, en veinte minutos ya estaba caminando por Quilca. La juventud apilada en unos pocos metros, dejando la vida correr entre una de tantas veladas de alcohol y bullicio despreocupado. El tiempo era blando con ellos y no como el cruel amo bajo el que su casa se encontraba en total dominio.  Se encontró con un amigo de la universidad y este le invito a unirse a su grupo para conversar y disfrutar de unas cervezas.
Se despertó y ya eran las 11am. No sentía mucha resaca, solo sed y ganas de orinar a la vez. La casa seguía como la había dejado; tic tac, tic tac, tic tac. Mientras ponía la cafetera recordaba lo que la noche anterior le decía su amigo cuando le escucho auto lamentarse de su dilema… perdóname pero eres un completo huevón ¿Acaso no se caga en plata? Hazle un hijo y asegúrate, ya después puedes divorciarte pero primero párate bien; con un hijo no vas a dejar de tener su auspicio. Tu hembrita ya debe estar con otro...

Un cigarrillo y la sospecha de que algo andaba mal. Tic tac, tic tac, tic tac. El tiempo dominaba esa casa, el reloj testigo de sus anteriores alegrías y emociones positivas ahora presenciaba su angustia, su inmensa soledad y no se apiadaba. El mundo seguiría girando así se mueran cada uno de sus parientes y se extinga por completo de la faz de la tierra su estirpe. Nadie se daría cuenta que faltase mientras tuviese página de facebook. El café y el cigarrillo descansaban la presión de la vida pero el tiempo volvía a ajustar las manijas de tortura. Tic tac, tic tac, tic tac…tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…

¿Dónde estoy?... En un hospital… ¿Qué paso?...Tuviste un infarto cerebral por tu alto consumo de cigarrillos y por la tensión que sufrías, entraste en coma…Tengo que llamar a mi trabajo y avisarles lo que me ha pasado…Estuviste en coma catorce meses…¿Alguien pregunto por mi?...Tic tac, tic tac, tic tac.



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