Audition(1999) es el debut como director
de Takashi Miike , director
japonés, quien dirigiría tiempo después Ichi the killer (2001), cinta con la que le pude
conocer.
Algunas
películas son incomodas para algunos espectadores y reclaman con rudeza la
tolerancia y la cordura para poder apreciar al detalle cada uno de sus
escalofriantes escenas y por supuesto muchos no lo pueden resistir. Es
muy fácil huir de este tipo de obras cuando se tiene desde un
inicio la certeza de que lo bizarro será algo común y rutinario, sin embargo
lograr la comodidad envolviéndonos en una casi obsesión mágica por
acompañar a Aoyama en
su búsqueda tierna de esposa, búsqueda que le condena a un
desenlace desprovisto de piedad y de mal interpretaciones.
La mayoría comprendemos en especial las mujeres, el
poder inquietante del boicot psicológico, de la confusión
emocional que puede hacer que nos domine lo visceral dejando por completo la
prudencia y el sosiego. Amar es como estar enfermo a voluntad.
La
trama aquí se distribuye en partes muy dispareja entre los
momentos perturbadores y la calma narrativa. Pero hay algo que inquieta e incómoda
relacionando algunas imágenes con la parte más oscura del
pensamiento y mostrándolas en el momento exacto en que más
vulnerables nos encontramos, presos de la contemplación
del surgimiento de un amor insano. Las fantasías,
las alucinaciones y los falsos recuerdos son solo
un momento estático en el que el tiempo transcurre fuera de los límites
de lo real. El deber de un buen director es tenderle una trampa al espectador y
conectarlo a tal punto de querer seguir viendo lo que nos va a perturbar,
llegamos sin saber a encontrarnos con el diablo pero no nos queremos ir
todavía, queremos ver lo que puede hacer. El dolor purifica y libera a los argumentos de complicidad y de promesas de amor dependiente, dándole paso a la sonrisa macabra que disfruta de hacer sufrir al otro. ¿Me amarás solamente a mi?