Dejar un gran vació en mi vida
ha sido la función de muchos seres queridos,
un pesado abismo
que solo se llena con la caída libre de mis hojas secas
y del parloteo incesante de algunos silencios amigos
en los que guardo un poco de mi azúcar.
Estar desconcertado con lo que últimamente
tengo mas tiempo para lidiar
y el esfuerzo por ser correspondido
no es más que una falta de madurez.
Aceptar el gran peso impoluto
de lo que me toca por desvío
y someterme a la velocidad de mi aurora boreal
en la que ya tengo una fecha de partida,
es la gran filosofía de la vida.
Aceptar que solo estoy de paso
y que en algún momento se acabaron
los profiteroles de la bandeja divina.
Te llevaste un poco de mi vida en tu orgullo
y en tus risas de dientes perfectos
me abandoné por completo
a la vanidad imperfecta de soñar que te tenía.
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