No queda nadie dentro de su círculo social; siempre Wiener Schnitzel, siempre agua con algo dulce que no es fruta. Ella ya no podía aguantar más que las cosas sean tan calmadas, que falten las peleas que mantenían su desvelo hilvanando argumentos para montar lío. A medida que la juventud se exaspera se desprecian todos los buenos consejos para sentir con orgullo que la necedad es un derecho que hay que lucir insinuante. No tenía ninguna intención de volver y seguramente ya estaba dispuesta a tomar decisiones radicales para demostrar que no le importaba más ser su mujer, que ya se había roto el pacto tácito de exclusividad y que era necesario cometer una imprudencia, como prueba irrefutable de su nueva situación sentimental. El preparaba un café observando por la ventana a los hombres en traje de seguridad caminando apurados y vislumbraba en ellos un aspecto poco amable; como si no les importase que alguien delante cayera si esto les permitiera llegar con más prisa. No está en su repertorio la piedad.
El departamento tenía una bonita vista, a pesar que no era natural. Edificios rodeaban una pequeña plazuela donde unos pocos árboles se encargaban de mantener vida propia de este mundo. Dentro de cada una de las oficinas, visibles en su interior por las ventanas amplias sin cortinas, había un cargo medio esforzándose en dilucidar las conexiones necesarias y exactas para asemejar cada vez más la chispa divina a sus avances científicos de máquinas inteligentes que resuelven problemas complejos. Las maravillas de la ciencia moderna se fabrican con la codicia de los gobiernos y su milicia; eso no importa mucho en la conciencia de los ingenieros y estadistas que solo evaluaban los resultados en base a costos y utilidad servil. Las naciones que invertían eran las más acaudaladas y autoritarias con su pueblo mientras que las que se encontraban al margen de la información exacta, brindaban algunas libertades como el vicio y la delincuencia. Todo se equilibra en el universo y poco a poco las ganas de corregir algún comportamiento inapropiado desaparecen.
Las luces se iban apagando a medida que el sol se aleja con parsimonia, una quietud momentánea dejaba que el eco de la carretera cercana y sus bocinas se detengan por unos segundos; se podía percibir una música suave de muy cerca. Venia de la única tienda dentro de todo el perímetro; daban cervezas variadas y algunas marcas le hacían recordar a su padre; Stiegl, Ottakringer, Freistadt... No era un quiosco cualquiera, era más como una pequeña fonda que también vendía periódicos, revistas y golosinas. Se dio cuenta del amplio vació de una tienda sin clientes, como tener varios problemas pero no mujer. Después de hacer una compra rápida; pensaba con la televisión prendida y una botella en la mesa el motivo de esta nueva perdida tratando de encontrar una razón justa. La última vez todo había sido repentino y no contempló siquiera la posibilidad de ser dejado de lado con tal facilidad ni tampoco el efecto que esto podría causarle. Esta vez sí se percató y logró tomar con cautela cada uno de los mensajes de alerta que ella brindo.
Las personas han sentido siempre curiosidad por reemplazarse y por tener algo más cercano a su capricho, cambiando la verdad por algo que poco a poco se desvanece. La única cosa en la que podía concentrarse en ese momento era la forma de sus zapatos; tenía que salir a caminar y buscar algún pretexto para no estar encerrado. Poco a poco había que dejar el papel de inquilino foráneo que nada tenía que ver con lo que le rodeaba y tratar de mezclarse entre la multitud viva y dinámica; como un gran enjambre (no necesariamente pero si la mayoría de veces). Tenía que interactuar con alguien aunque sea de forma laxa, sin examinarle a detalle, sintiendo su voz transmitiendo un mensaje cálido de cualquier tipo y ver su reflejo como el reconocimiento de una fuerza única e irrepetible. Llevaba puestos unos Dr. Martens viejos que no había lustrado hace mucho tiempo y se preguntaba si eso influiría en la forma como lo valoren; como con los coches sin limpiar con un número telefónico en un papel impreso pegado en la luna trasera.
-Te hemos estado observando ¿Vives arriba verdad?
-Sí, yo también les he observado desde mi ventana. Son tipos muy apurados por lo que veo.
El silencio incómodo y las miradas develaron que había dicho una imprudencia; cambió el tema abordando trivialidades sobre el clima de la temporada y los comercios cerca de su ubicación tratando de esfumar la sensación del ambiente pero después de unos pocos minutos se despidieron dándole fin a esa charla casual. Coincidieron ambos en un mismo espacio y tiempo pero por razones completamente distintas; ellos por un tema de trabajo y él porque era la única habitación que logro obtener para pasar los días en la ciudad. Había sido una oficina y ahora es un apartamento que también funge de depósito para su tío materno. Tenía pensado ver una película en su portátil pero antes compro una cerveza y una pequeña merienda; subió raudo por las escaleras y se dio cuenta que no llevaba consigo el celular, que lo había dejado cargando en la mesa de noche. Era muy probable que haya recibido la respuesta sobre los zapatos que ya había pagado pensó al ver la pantalla pero en cambio recibió un extenso mensaje de su ex mujer:
¿En serio
tienes la esperanza de volverme a tocar? ¿Crees que voy a estar reprimiendo mis
deseos para esperar a alguien como tú? Siempre fuiste un juego al que recurría
cuando me sentía aburrida. Me encanta entusiasmarte y dejarte con la miel en la
boca. Solo das risa y lastima. Bye
No tuvo deseos de responder ni tampoco sintió que las cosas hayan cambiado mucho. Las reacciones de una mujer son inesperadas y era un momento en el que ya no deseaba luchar más; el fastidio que da tolerar, de comprender siempre las exaltaciones ajenas y reprimir las propias. De tener que guardar en el pecho los secretos que más lastiman para mantener las cosas como están, no muy bien pero juntos. Que patético canto al vació el de fundirse dormido junto a quien no te tiene en sus sueños, quien solo quiere ver sus virtudes en la pasividad del otro, ser tratado con cinismo y confirmar lo que siempre se es; alguien completamente reemplazable. Y ya se lo habían hecho sentir de forma muy nítida, era suficiente por ahora.
La noche ha caído sin ninguna prisa y las horas pasan lentas en el departamento. Mira el techo sin poder dormir, recordando los detalles de la risa que siempre quitaba formalidad, la manera de molestarse por cosas irrelevantes y ese deseo de mostrarlo como el tipo afortunado que jamás hubiese tenido oportunidad con una mujer tan joven y bella. Una sonrisa se esboza en su rostro, su cabeza recostada murmura para sí: una suerte que era insoportable. Era inútil seguir en la cama puesto que los recuerdos iban y venían, se sentía de sobra en un lugar en el que nadie lo conocía pero debía mantenerse aseado y presentable porque su tío así se lo había advertido. Se sabía de su tendencia a deprimirse y conocía muy bien a su padre, hombre distinguido que cometió suicidio asistido hace algunos años.
De madrugada caminó a la cocina desde el cuarto en busca de una bebida y se dio cuenta que en las oficinas seguían trabajando, había mucho más movimiento que en las horas vespertinas. Un hombre con traje mameluco blanco sale de una puerta y lleva lo que parece un dorso ortopédico lleno de cables en sus extremos. Entusiasmado rememoró las noticias sobre androides que adoptan rápidamente las reglas de interacción social y que logran revelar un atisbo de profundidad filosófica; por un instante deja despegar su imaginación y vislumbra como seria vivir entre ellos, como se llamaría su amigo robot y como le podría acompañar a viajar procurándole la mejor guía de supervivencia, garantizada por la alta tecnología que estaba desarrollándose tan cerca a su puerta. Una mezcla de mayordomo inglés, perro guardián y navaja suiza. Bebió su té ilusionado con las fantasías en las cuales la humanidad cedía un gran terreno a la automatización y así llegaba a una vida más sencilla. Volvió a la cama con un ánimo diferente al que le había obligado a salir de ella y pudo dormir profundamente.
-Buenos días ¿Cómo están hoy?
-Buenos días. Muy bien, gracias.
-¿Saben? Ayer en la noche vi a un tipo llevando parte de un cuerpo de robot ¿Es eso lo que hacen? ¿Están haciendo robots guías?
-...
Los hombres se miraron mutuamente de forma nerviosa y se excusaron diciendo que era algo confidencial y que tenían prisa pues estaban con el tiempo justo para continuar trabajando. No le causó extrañeza, reconocía que era una pregunta muy reveladora, sobre todo proviniendo de alguien a quien apenas conocían. No le dio mucha importancia, subió con el periódico y el pan para desayunar mientras aquellos murmuraban mirándole de reojo antes de entrar en sus oficinas. Al llegar se dio cuenta que tenía un mensaje en la contestadora. Era su voz, era ella mostrándose despectiva e hiriente, una vez más:
Siempre crees que todo lo sabes, eres tan déspota.
Tus padres no te enseñaron a dar ni recibir afecto por eso te comportas de esa
manera. Yo no tengo porque aguantar a alguien con tantos problemas como tú,
estoy acostumbrada a otro tipo de hombres. Más refinados menos vulgares, que no
me de vergüenza de llevarlos a casa de mis padres. Espero sepas reconocer la gran oportunidad
que has perdido. Si deseas me puedes llamar para conversar (ojo, solo para
conversar). No quiero tener una relación contigo.
Borró inmediatamente el mensaje, sin guardar el número y sin ganas de ver a esa mujer hermosa que sabía cómo hacerle sentir tan mal. Sin darse cuenta que estaban vigilando todo lo que él decía, leía, oía, sus costumbres y la forma en que andaba con dispositivos de espionaje muy modernos; se dispuso a preparar el desayuno. Sus casi inexistentes vínculos cercanos y la lejana procedencia le hicieron candidato perfecto para sujeto de experimentación en esa amplia gama de atrevimientos que se toman las corporaciones con nuestras vidas. Si no estás en tu país y eres sedentario, tu existencia y tus restos son cosas fácilmente alterables. Pero no era su vida lo que ellos querían en ese momento sino su respuesta ante la obra maestra. Querían comprobar si podían hacer interactuar con naturalidad en un ambiente no controlado a uno de sus más avanzados prototipos, el cual le habían hecho a imagen y semejanza de las fotografías que habían podido hurtar del apartamento y recuperar de la basura mientras no estaba. Tenía la costumbre de dar largas caminatas y mirar a la gente en su lejana felicidad, verles como disfrutan de la compañía de sus seres queridos manteniendo la decencia de manera tranquila, sin el esfuerzo que a él le costaba.
Había tenido varios momentos de desesperación, pensaba en su ex pareja y cómo ha de haberse acostado con algún espontaneo sin ningún vínculo afectivo tal como había amenazado en algunas ocasiones, en su familia que probablemente no le extrañaba, en los amigos que pensaba tenía pero que nunca le llamaban o le consideraban alguien merecedor de respeto. No había continuado con la tradición de establecerse en una casa fija o formar una familia sino que vagaba mirando al resto como algo cálido pero extraño, sintiendo las críticas y prejuicios de una vida vacía e inmadura que no había cumplido con el cometido. En la sociedad siempre las responsabilidades de un solitario son despreciadas por los hombres de familia y no son consideradas reales siquiera; es un insecto fastidioso que se ignora y se repele con manotazos inocuos y soberbios, atraído por la suciedad de los sueños abandonados que quedan como escombros de un año nuevo. Ya no tenía su presencia ninguna validez para la gente que le había rodeado y eso era algo que notaba debido a los hechos tan contundentes que le estaban aconteciendo. Era un hombre sumamente racional y no permitía que su pena desinforme sus cavilaciones con fantasiosas esperanzas, todo tenía que tener una secuencia lógica. Se había quedado solo y el mundo seguía girando, representando para los que aún siguen en trote un gran reto que continuara hasta el fin de sus días.
Mientras preparaba un café y ajustaba el dial de la radio para sintonizar nítida la voz de Billie Holiday, se dio cuenta que la noche era muy calma y que había una luna llena considerablemente grande. Prendió un cigarrillo y salió apenas del departamento hacia el balcón para observar atontado el fluir apurado de unas nubes que daba la ilusión de que la luna aceleraba el paso ante su mirar, parecía el efecto de una droga. Pensó en sus viajes y en la única cosa que no había podido encontrar a pesar de haber aprendido a manejar la rutina de vivir sin compañía. El común denominador de las personas solitarias es la despiadada tendencia a mantener su privacidad y orgullo como algo que da cierto status, sin importar que esto les aleje cada vez más de la plenitud.
El timbre había sonado y él se encontraba en la ducha, ya había terminado hacia varios minutos pero se quedaba apoyando la cabeza en la mayólica dejando que el agua recorra su cuello y espina, recordaba algunos episodios de su vida en los que aún se encontraba en tierna edad. Escuchó el sonido del timbre y sintió un fastidio por verse interrumpido justo en el momento que había destinado para no hacer nada; sin planes inmediatos ni citas en la agenda le arribó un presentimiento sobre una visita no deseada. Dejo que el agua se escurra pocos segundos y se puso la bata sin secarse el dorso, solo las piernas y los brazos con una toalla más pequeña de lo usual saliendo rápidamente del baño rumbo a la entrada principal. Antes de abrir recordó el presentimiento que había tenido apenas hace unos instantes y prefirió mirar por el ojo de pez…era ella. Vestida con una ropa que el reconocía y con una mirada fría algo extraña para una mujer tan visceral.
-¿Qué quieres?...dijo sin saludar
-Buenas tardes ¿No vas a abrirme la puerta?
-No, vete.
-…
El prototipo no supo cómo reaccionar eligiendo como respuesta entre la infinidad de posibilidades planteadas por su inteligencia artificial el respeto hacia la petición de alejarse. Fue apagado a distancia desde una oficina que monitoreaba todo incluyendo lo que pasaba dentro del departamento. Después de pedirle que se vaya, el volvió al baño con un trapo para secar la humedad que había dejado a su paso. Pensaba en la determinación que debe tener esa mujer para presentarse así después de todo lo que le había dicho, como es que pudo concebir que era tan empoderada como para obtener la respuesta que reclama a pesar de todo lo ocurrido, le admiraba pero a la vez le detestaba porque entendía que ella había notado algo en él que le daba la indicación de un fácil uso. Es divertido jugar con la vida de los demás pero cuando pasa con la de uno hubiese sido mejor no enterarse; todas las conspiraciones se vuelven realidades y el amor solo es una fachada.
Sentado en la cocina con una taza de té fantaseaba con un final feliz, creía que en algún momento podría volver a estar junto a una mujer hermosa y la vida sería más sencilla. Ya la tecnología habría restado quehaceres domésticos, evitando accidentes y pérdidas, solucionado el problema de la contaminación y la energía, obtenido el control absoluto en cuanto a la seguridad en los viajes. El mundo al fin habría demostrado un concilio por facilitarse la vida entre todos, convocando a una paz absoluta que no tenía precedente. Es en ese contexto donde podría ser feliz, donde conocería alguna chica que no tenga problemas de inestabilidad emocional y que no actué de forma vengativa, alguna mujer en la que pueda confiar plenamente sin miedo a sentir la decepción punzante luego de percatar su innata malevolencia. Ha hecho disfrutar a algunas mujeres inmolándose en una relación completamente tóxica, ha sentido la indiferencia de alguien que comete deshonras como una señal de su culpabilidad, ha interpretado todas las cosas de una forma muy indulgente dando de si todo menos orgullo. Se escuchó un golpe en el cuarto que lo saco de sus pensamientos…
-¿Quién anda allí?
-…
Vio una sombra y cogió rápidamente la escoba que estaba a la mano para defenderse. Prendió la luz del cuarto acercándose lentamente, sintiendo que el corazón le palpitaba de forma tormentosa mientras buscaba el escondite de aquel ladrón. Algo no estaba bien, se sentía acorralado en su propio cuarto y esa sensación de que algo terrible pasaría…
-¿Me buscas a mí?
-…
El miedo le paralizo, llevaba no solo la misma ropa y sonaba como él; era él mismo quien le miraba fríamente, con su misma forma, el mismo cabello incluso las mismas marcas en su rostro. Había sido copiado con minuciosidad y estaba frente a su doble paralizado de miedo.
-He venido a matarte. Tienes que morir para que continúe el experimento…
-¿Qué experimento?
Fueron sus últimas palabras pronunciadas ya que rápidamente el prototipo se abalanzo sobre el asfixiándole sin tregua. Mirando en sus ojos humanos como la vida poco a poco se iba esfumando tan fácilmente, la fragilidad de los seres vivos era algo que lo situaba en una ventaja enorme pero aun no comprendía porque se aferraban tanto a vivir, como todos los conejos que le enseñaron a matar vivían en cautiverio no encontraba una explicación lógica para su anhelo de sobrevivir. En cambio él dejaba este mundo completamente desorbitado, sin entender quién era ese sujeto que se parecía tanto, ni quien lo había enviado, que experimento era al que se refería, al fin vería a su padre y le regañaría por usar unos zapatos viejos, al fin volvería a su ciudad natal y ya no lamentaría estar lejos de casa. Ya no sentía su cuerpo y todo se iba apagando mientras moría. En un minuto más estaba hecho, le tomo el pulso para confirmar el deceso y oculto el cuerpo en un armario. Arregló el desorden que causo el forcejeo y busco un espejo para acicalarse. El timbre sonó al cabo de una hora y media, tiempo que permaneció sentado en el sofá sin pestañear.
-Hola, pasa...
-Solo he venido a conversar, no te ilusiones...
No hay comentarios:
Publicar un comentario