Esa vez me vio H, L y la linda W que llevaba unas botas encantadoras que le resaltaban más sus bellos rasgos además de hacer ver su caminar muy sensual. La otra chica estaba llendo al mismo dentista que yo y la veía semanalmente. Justo me habían puesto en el horario en que tuve que esperar en la misma habitación con ella, mirandonos sin decirnos nada, en un silencio prolongado parecido al de un conjunto de extraños puestos a la fuerza en una conversación. Ellos me vieron cuando tenia a P en las piernas besandome. Me vieron y sentí como bien dicen los culpables, deseos de esconderme, de no ser identificado como un hombre monógamo y más bien mantener mi imagen de cacherito permanente. Que webón era.
La enfermedad a la cual ahora me encuentro esposado; sus fiebres y su malestar corporal me hacen dueño de un enojo durmiente, el cual espera a despertar ante el mas mínimo zumbido de un insecto. Ese insecto puedes ser tu asi que ten cuidado.
La misma enfermedad me hace envidiar mis días de salud íntegra, cuando no me daba cuenta de lo valioso que es tener un cuerpo totalmente saludable, con su colores vivos y su fuerza. Sobre todo eso, la fuerza que no se obtiene con pastillas ni jarabes ni mengurges de gente exótica que viene a visitarme.
Extraño a esa mujer cariñosa que me besaba, extraño su cuerpo que yace podrido en algun panteón de mi lejana ciudad de origen. Ahora solo y enfermo, espero a la muerte como una recompensa a mi terquedad, a ese pretexto que tuve para vivir asi, sin rendirle cuentas a nadie ni siquiera a mi mismo. A mis años debería ya haber pedido perdón, pero no lo hare. Solo deseo encontrar, al salir de este mundo absurdo, de nuevo los besos que me hicieron dar ganas de huir de mi terquedad, mi absurda terquedad. Ni la sangre que escupo hara que se quiebre mi voluntad. Pero en el fondo soy un hombre común y cobarde. Solo uso mi fuerza para darle la contra a Dios que hace tiempo que quiere juzgarme.Que se joda porque aun puedo aguantar unos meses más. Aun puedo unos años de mierda más carajo.
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