martes, 18 de septiembre de 2007

DE LOS VIRTUOSOS

A fuerza de truenos y de fuegos artificiales, hay que hablar a los sentidos flojos y adormecidos.

Pero la voz de la belleza habla bajo: no se insinúa sino en las almas despiertas.

Hoy mi escudo me ha reído y estremecido suavemente: ¡era el estremecimiento y la risa sagrada de la belleza!

¡De vosotros, oh virtuosos, se reía mi belleza! Y su voz llegaba a mí de esta suerte: "¡Todavía quieren ser pagados!"

¡Queréis aún ser pagados, virtuosos! ¿Queréis recompensa por vuestra virtud, y el cielo en vez de la tierra, y la eternidad en vez de vuestro hoy?

¿Y ahora me tenéis ojeriza porque enseño que no hay remuneración ni pagador? Y, en verdad, ni siquiera enseño que virtud sea recompensa de sí propia.

¡Ay! ¡Esa es mi pena! ¡Se ha introducido astutamente la recompensa y el castigo en el fondo de las cosas, y hasta en el fondo de vuestras almas, virtuosos!

Pero mi palabra, semejante al comillo del jabalí, debe desgarrar el fondo de vuestras almas; yo quiero ser para vosotros reja de arado.

Que todos los secretos de vuestro fondo salgan a la luz; y cuando os veáis expuestos al sol, escarbados y despedazados, vuestra mentira quedará separada también de vuestra verdad.

Porque ésta es vuestra verdad: sois demasiado limpios para la mancha de las palabras venganza, castigo, recompensa, represalias.

Amáis vuestra virtud como la madre ama a su hijo; y ¿cuándo se oyó decir que una madre quisiese ser pagada por su amor?

Vuestra virtud es lo más caro de vosotros mismos. Tenéis la sed del anillo, que se retuerce para volver sobre sí.

Y toda obra de vuestra virtud es como la estrella que se apaga: su luz se halla todavía en camino y sigue viajando. ¿Cuándo dejará de estar en camino?

Así la luz de vuestra virtud se halla todavía en camino, aún después de cumplida la obra. Aunque esté olvidada y muerta, su rayo de luz prosigue su viaje.

Que vuestra virtud sea vuestro ser mismo, y no algo extraño, una epidermis, una capa: ¡he ahí la verdad del fondo de vuestra alma, oh virtuosos!

Pero hay también algunos para quienes la virtud es un espasmo producido por el látigo ¡y vosotros habéis oído de sobra los gritos de ésos!

Y hay otros que llaman virtud a la pereza de su vicio; y cuando alguna vez se desperezan su odio y su envidia, entonces su "justicia" se despierta y se restriega los ojos soñolientos.

Y hay otros que se ven atraídos hacia abajo: tiran de ellos sus diablos. Pero, cuando más se hunden, más se encienden sus ojos y más codician su Dios.

¡Ay! También el grito de ésos llegó a vuestros oídos virtuosos: "Lo que yo no soy, eso, eso es para mí Dios y la virtud!".

Y hay otros que andan pesadamente y rechinando, como carros que transportan piedras cuesta abajo: hablan mucho de dignidad y de virtud -llaman virtud a su freno.

Y hay otros que parecen relojes a que se da cuerda; producen tictac, y quieren que el tictac se llame virtud.

A la verdad éstos me divierten: dondequiera que encuentre esos relojes, les daré cuerda con mi burla, y no tendrán más remedio que ponerse en marcha.

Y otros se enorgullecen de su puñado de justicia, y en nombre de él lo atropellan todo, en términos que el mundo se ahoga en su injusticia.

¡Qué náuseas cuando les sale de la boca la palabra virtud! Y cuando dicen: "Soy justo", suena como si dijesen: "¡Estoy vengado!"

Quieren desojar a sus enemigos con su virtud; y no se elevan sino para rebajar a los demás.

Y hay otros aún que se pudren en su pantano y que hablan entre sus cañas: "Virtud es estarse quieto en el pantano".

No mordemos a nadie y nos apartamos del que quiere morder; y en todas las cosas somos de la opinión que se nos da".

Y hay otros aún que gustan de la música y que piensan: "la virtud es una especie de mímica".

Sus rodillas están siempre en adoración y sus manos se juntan en loor de la virtud; pero su corazón no sabe nada de eso.

Y hay otros que creen que es virtuoso decir: "La virtud es necesaria"; pero en el fondo no creen más que una cosa: que es necesaria la policía.

Y algunos que no saben ver lo que hay de elevado en el hombre, hablan de virtud cuando ven demasiado cerca su bajeza: así llaman "virtud" a sus malos ojos.

Los unos quieren ser edificados y enderezados, y llaman a eso virtud; los otros quieren ser derribados... y también llaman a eso virtud.

Y así casi todos creen tener alguna parte en la virtud: y todos quieren, por lo menos, ser inteligentes en cuestión de "bien" y de "mal".

Pero Zaratustra no ha venido para decir a todos esos embusteros e insensatos: "¡Qué sabéis vosotros de la virtud! ¿Qué podríais saber de la virtud?".

Ha venido, amigos míos, para que os canséis de las añejas palabras que habéis aprendido de los embusteros y de los insensatos.

Para que os canséis de las palabras "recompensa", "represalias", "castigo", "venganza en la justicia".

¡Ay, amigos míos! Que vuestro propio ser esté en la acción como la madre en el hijo: ¡que ésta sea vuestra palabra de virtud!

Verdaderamente, yo os he quitado cien palabras y los más caros juguetes de vuestra virtud; y ahora me ponéis jeta como los niños.

Jugaban cerca del mar, y ha venido la ola llevándose sus juguetes a las profundidades. Ahora lloran.

Pero la misma ola debe traerles nuevos juguetes y esparcir delante de ellos nuevas conchas de colores.

Así se consolarán; y vosotros también, amigos míos, tendréis como ellos, vuestros consuelos -y nuevas conchas de colores.

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