Era uno de esos sábados de verano en los que la mayoría de tipos de su edad se alistan rápido y tomaban la Coaster marrón “todo Lurín” o su propia movilidad y se desplazaban a las discos de Asia, kilómetro 98 de la panamericana Sur, otros sin tanto que gastar en los bolsillos no contagiados con las modas veraniegas se quedaban por los bares de Miraflores: música en vivo, cerveza con agua, una que otra vampiresa… Guillermo estaba tendido en su cama, con el cigarro en la mano y cúmulos de pensamientos apretándole la cabeza; en ese momento sonaban los Rolling en la computadora que utilizaba como: DVD, TV, radio, mp3, maquina de escribir y todo lo que era capaz de adaptarle. Se preguntaba porque es que no quería salir esos días, porque no se ponía la camisa negra y los jeans de siempre y se movía a dar un par de vueltas a ver que encontraba por el barrio. Sin querer recordó lo pasado dos semanas atrás. Un amigo le había invitado yerba y sin saber “porque”, en el ocaso del delirio, cuando te quedas callado y pareces recordar a la chica y sus ojos, al padre sin fortuna o a la madre que partió; el había dicho una frase que resumia esos días de verano, esos años de su vida: "Hay veces que caer es una forma de sentirse libre". Su amigo lo había quedado mirando con preocupación y con cierta tristeza, como se ve a una mascota que cae enferma y se sabe que no se recuperará. Guillermo al darse cuenta de esa mirada quiso parecer normal y ocultar su exabrupto; "...pero no me creas suicida, solo es…es una expresión", su risa de medio lado…Sin darse cuenta ya no eran los Rolling en la compu, era Panda -el grupito EMO mejicano, pensó...¿Y si me volví EMO? ¡Putamadre! Se dijo en su interior
Por un instante de verdad que se preocupo pero al rato se comenzó a reír, como los locos cuando nos ven por la calle apurados por llegar a nuestro trabajo para que nuestro jefe no se enoje. Ellos ya tuvieron eso y simplemente decidieron NO MORE.
En ese momento recordó sin saber como ni porque que era cumpleaños de Senna y si no hubiera muerto como lo hizo se estarían celebrando sus 50 años. Nunca quedó muy claro como fue que sucedió, si el McLaren falló o fue el destino inevitable que tenemos que afrontar, se especuló mucho sobre las horas antes de que el accidente sucediera. Se dice que se levantó muy temprano, como asustado y le habría dicho a su esposa que tenía miedo y que ese día preferiría no correr. Para Guillermo, su esposa lo habría tomado del brazo y tiernamente le habría dicho “no vayas amor” pero Senna se habría soltado con rudeza y la habría mirado con enojo pues nadie debía interponerse al llamado de la muerte, a ese llamado como el canto de las sirenas a Ulises, seductor e irresistible. Así quería pensar que fue la historia, que Senna sabía que ese día moriría pero que también sabía que no podía renunciar, mejor dicho, que no podía elegir.
Con Panda y Senna en la cabeza decidió salir. Se tumbó al suelo a hacer unas cuantas planchas, nunca se sabe cuando hay que estar listo para pelear o para follar, la ducha y el cambio de ropa que tomaron 15 minutos, no pormenores. Ya en la calle prendió el último de su cajetilla, el “guachi” le saludo atentamente como siempre lo hacía, por el parque todo estaba en silencio, un par de mucamas besando a sus “gavilanes” frenéticamente preparándose para una buena follada en un hostal barato, de los que Guillermo también frecuentaba. Llegando a la Av. Molinar doblo a la derecha rumbo al paradero, ya había avanzado 15 metros cuando vio una sombra que caminaba en dirección contraria, era ella.
Hace dos semanas que lo había dejado, una vez más, pensó. Esta vez fue porque necesitaba ordenar su vida pero para él la causa era lo de menos, le había hecho lo mismo unas 7 veces y en todas el motivo parecía interesarle, él le pedía (porque nunca pudo exigirle nada) que le diera un porque, como si teniendo un porque haría que le doliera menos. Tenía que justificarse a si mismo y ante sus amigos que una ves más se burlaron de él, una ves más había un porque y el solo (usando ambos significados de solo), tenía que entender.
Pasaron uno a lado del otro, Guillermo no dijo nada, eso se había propuesto, pasaría a lado de ella como pasa a lado de tantas personas a quienes ignora, a quienes no le interesa conocer. Cuando estuvo un paso más lejos sintió un apretón en el brazo que lo detuvo y por unos segundos detuvo también su ira y escucho esas palabras que no estaba seguro si quería escuchar: “quiero hablar contigo”. La conocía cerca de 7 años y sabía muy bien lo que ese tono en su voz significaba; le tomó terminar de escuchar la última vocal para saber que ella estaba arrepentida, que quería darle un abrazo (no un beso, pues se besa a quien se quiere), que le quería encima haciéndole el amor…pero cuando las sirenas cantan no hay como evitarlas ni mucho menos callarlas…se soltó el brazo con rudeza, la miro con odio y asco, con en mismo odio que había sentido para si mismo cada vez que eso pasaba. –¡Vete a la Mierda!, le dijo y camino de frente sin mirar atrás. Mientras llegaba al cruce con Pardo iba tarareando el coro de “una cita en el quirófano”, sentía el cuerpo ligero como si fuera a 300km/h de frente a una curva cerrada, sintiéndose totalmente adormecido, con una sonrisa que más parecía una mueca.
Ese día perdió su celular, le robaron la billetera y cuando despertó estaba tirado sin polo en el urinario de un bar de Miraflores con la ceja partida y un par de dientes fuera de lugar que casi se traga al despertar. Pero estoy vivo, pensó, con la risa de medio lado-¡Senna, hijo de puta! dijo en voz baja al mismo tiempo que guardaba sus dientes en el bolsillo. Siempre sonriendo.
PD: La siguiente es una historia de un amigo de Gonzalo Gozza
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