Relamiéndose en su cabeza ¿Cómo sabía yo que ibas a ser mía? ¿Qué te iba a terminar convenciendo? ¿Qué pronto ibas a estar desnuda? Todo lo que tú pones de requisito no sirve, porque tú no decides nada. Íbamos a caminar unas pocas cuadras para llegar a un lugar que no tiene nada de especial, subiremos las mismas escaleras por donde muchas parejas han pasado antes. Todo esto no tenía audio claro, pasaba únicamente en mi mente mientras caminaba en silencio agarrándola de la mano.
Ya en el cuarto donde al fin hable no pensé en nada y actué según mi experiencia, hice lo que esta me indico y no tuve miedo ni asco de obedecer lo que me imponía. Las cosas siguieron buen rumbo pero como a muchas de las mujeres le dio por joder cuando estaba a punto de dormirme. No me moleste, pronto pude volver a hacerle el amor una vez más y oírla gemir, verla mirarme fijo a los ojos tratando de entrar en mí con su mirada, así como yo lo estaba haciendo con mi miembro en ella. Una y otra vez, los condones quedaban llenos de mi licor seminal regados por el suelo de ese cuarto tétrico, lo único bueno quer tenía era un gran espejo, hacía mucho que no me veía haciéndolo con tantos detalles pero ya era muy noche. Había que dormir algo, imaginando que no estoy allí ni estoy con esa mujer, imaginar que todo no ha cambiado desde la última vez que estuve cómodo en una cama desnudo con alguien; contigo en Uruguay. . . contigo después de hacerlo en el baño del hotel, dejando caer tú Notebook al suelo para darnos cuenta de lo poco que importan las cosas materiales cuando te has encontrado con la persona que te logra satisfacer.
El día nació y estaba frío, se oían los ruidos propios de la mañana y la vida que hace rato estaba contra el tiempo. No pude dormir ni un pequeño momento ya que una vez más a punto de irme a un lugar mejor mi acompañante abrió su boca y dejo salir palabras estúpidas que me hicieron alejarme de la añoranza que tan detalladamente había construido en mi cabeza como refugio para subir libremente a mi mundo onírico. Me preguntó sobre un ruido y su procedencia ¿Qué nunca has sentido la presión de una bomba de agua? ¿Qué siempre esperas a que este cómodo para decir huevadas?
Bueno estoy bien despierto de nuevo y es un hecho que no podre dormir aquí, así que será mejor seguir sexeando con ella, ahora más toscamente, esta vez no me detendré cuando me lo pida, esta vez no tendré piedad pues tú no me importas mucho y todo lo que hacemos solamente es por no estar solo.
Salí con ella a las 7 am aproximadamente, caminamos hacia una panadería y tomamos un par de cafés, empanada de carne para mí (siempre de carne) y un pastel para ella. Aún gris y sin brillo de sol la mañana nos contemplaba como una pareja regular que acababa de salir de un hostal después de haber pasado una noche llena de amor y pasión sin saber lo que estaba escrito en mi cabeza ¿En qué piensas? En nada, solo estoy mirando a la gente, mientras me doy cuenta que nunca me voy a enamorar de ti ni voy a sentir más que deseo carnal, que no eres la misma mujer una vez que pude follarte y que todas las cosas que me intrigaban de ti han sido respondidas y la decepción ha sido posterior a estos descubrimientos. En nada, está bien rica la empanada.
La embarque en un taxi que la dejaría sana y salva a su casa mientras yo no me preocupaba en lo más mínimo por el futuro yendo solo por la avenida, caminé mientras pensaba en las escasas posibilidades de sentir lo que sentía contigo y comparando las sensaciones que pude rescatar de mi estadía en ese hotel; muchas cosas fueron agradables, siempre es mejor una mujer desnuda que una botella de alcohol o un gran recipiente de pollo frito para pasar la noche. Pasó un autobús que iba cerca a mi casa y le aborde, vi la mañana crecer a través de sus ventanas; cómo las últimas almas nocturnas llegaban a descansar y las madres caminaban con sus bolsas de pan y de guarniciones para el desayuno de aquel domingo.
La vacuidad de la vida después de tener sexo pareciera algo inimaginable, sobre todo si la chica era buenamoza y hubieron varios orgasmos de por medio. A diferencia de mi amigo Edward, yo no soy tan voluble, no tengo la ligereza emocional que tiene para conmoverse de cualquier estupidez que vea por la tv o para encapricharme con una mujer que dentro de pocas semanas le aburrirá, ni tampoco tengo sexo con cualquiera que brinde posibilidad de concretar el acto como lo he presenciado en él cuándo ha tenido mucho tiempo de abstinencia. No digo que yo sea un manjar selecto y exclusivo de determinado tipo de mujeres pero no dejo que me domine mi necesidad ni me dejo convencer u obedezco sin cuestionar. Ese es mi problema, cuestionar todo, hacer de los detalles una fuente de mis dudas. Pero era en esos detalles donde te encontraba más conveniente a mi placer, era en ellos donde yo me quedaba contemplando la existencia de un Dios.
Ahora no tengo mucho pero tampoco es tan diferente del pasado, tengo mi salud mi casa y aun no soy viejo. Pero sin riqueza las deudas son tan comunes que vienen y van como las noticias conmovedoras que se les arroja a la gente como salvavidas en este mecanicismo en el que viven.
De regreso caminando lo que separaba el lugar donde me dejaba el autobús de la casa pensaba en el día que había transcurrido sin que pudiera dormir, no necesariamente había sido una noche perdida, no necesariamente me sentía logrado y satisfecho. Entonces ¿Qué sentido era el que tenía todo eso? ¿Qué sentido era el de estar caminando mientras otros descansaban? El de subir mi escalera e ir a mi cuarto a acostarme, mirar por mí ventana y salir por allí hacia un lugar diferente al que vivía. La radio me regalo el fondo perfecto para lo que pensaba dándome los últimos dos minutos de life in mono. Enamorarme de aquella mujer con la que me he acostado, a simple vista es un buen partido para mí ya que es independiente y autosuficiente, es guapa y más joven que yo. Estamos adentrándonos a terrenos inhóspitos pues me voy quedando dormido, como en el sueño más gratificante que tuve con la hermana menor de mi amigo de la primaria; estaba nuevamente en un gran jardín, tengo que caminar y encontrarme con alguien. Pero de pronto la niebla cayó y al fondo de todo apareció una gran criatura que había estado viendo una noche pasada en Discovery. Se extinguió para beneficio de nuestra especie y de los mamíferos más pequeños porque era un cruce inmejorable, del tamaño y fuerza del oso y con la velocidad y hocico de un gran pitbull. Iba a morir devorado por este gran espécimen extinto sino corría y me escondía asi que pronto fui a la casa, entré y cerré las puertas ¿Quién está allí? Cuando voltee y la vi era aquella morena con la que cruce miradas en el autobús el otro día. Estás muy tenso, déjame ayudarte... y se me acerco para besarme, dejarme oler ese aroma que tenia la negra melena hacia un tiempo. Se arrodilló, me desabrochó y empezó a comerme. Los colores violeta y fucsia llenaban la habitación mientras en el techo se iba formando una boca de un rojo muy intenso, el rojo contaminó a las paredes y fue derramado internamente en cada una. De pronto la mujer que tenía entre las piernas sujeta a mi miembro me causaba una sensación de calor, cuando la mire y se saco mi cuerpo de la boca me dejo un rastro muy visible de sangre y saliva. De sus labios mi sangre aun fresca goteaba. El terror me invadió y salí corriendo de esa casa sin mirar hacia atrás y acomodándome el pantalón en plena carrera. Muy cerca encontré un gran río, era necesario que lo cruce, era necesario que llegue a la otra orilla para estar a salvo; no sé porque tenía tanta seguridad pero había que hacerlo. Ya sumergido braceando tuve la horrible sensación de cansancio y de ser vencido por la densidad del agua, era solo agua pero se sentía como brea, como un río de arenas movedizas. Es el fin, moriré aquí.
Un color anaranjado muy brillante que se fue tornando rojo y el sabor de mi boca seca me adentraron de nuevo en el día, lugar y hora en la que me encontraba, era de noche aún domingo, como las 4:45pm. Había dormido toda la mañana y gran parte de la tarde, tenía mucha hambre y pereza. Me alimentaré y deambularé por mi barrio con lo que queda de domingo, pensé, no tengo ganas de pasarla en familia como la mayoría ni me interesa en lo absoluto el futbol de mi país y su miserable carencia de creatividad artística para tratar la pelota, hoy no.
Sangre de un pobre perro atropellado en la pista de la avenida y el recuerdo inevitable de una mujer vampiro alimentándose de mí mientras me la mamaba. Era una aberración masoquista desear eso pero si lo soñé es porque en el fondo lo deseo en verdad pero por ahora está más nítido mi deseo de morir de una vez, de poder aliviar mí angustia y entregarme a la incertidumbre de la nada. Ahora que lo pienso mi vida ha estado llena de intentos indirectos de suicidio. Nunca me he disparado o cortado a mi mismo pero he sido alcohólico y drogadicto, he desperdiciado mucho tiempo probando muchos venenos para ver si alguno me lograba liberar de mi cuerpo y ninguno me brindo ese pasaje, me atolondraron y adormecieron, me embrutecieron y me hicieron peor persona, todo esto con ese placer insalubre que sostiene las adicciones, esas sensaciones mentirosas que hacen olvidar todo y solo nos sitúan en el instante en que la sangre transporta porquería igual que los camiones de basura que pasan por los vecindarios ¿Será esa la similitud con la negra chupa sangre? ¿Será esa la explicación de mi deseo de morir de forma placentera? Mi celular vibró, odio los sonidos de alarma de todas las cosas; de los teléfonos, de los carros, de los edificios cuando hay un siniestro o un temblor, odio todo lo que implique la posibilidad de peligro porque nunca han cumplido su amenaza, aún sigo vivo. ¿Quién es?...Correcto...Gracias...Hasta luego. Cita para una entrevista de trabajo de nuevo, en el mes llevaba como quince y de ninguna de las empresas había recibido la llamada definitiva de empiezas el lunes.
Me encuentraba luego cerca a un supermercado asi que aproveché para comprar pan y una lata de atún para preparar una merienda, degustar lo que invitan los empleados y caminar entre los víveres como lo hacen todas las reces humanas que lo pueblan.
Ya en casa comiendo los panes me había dado cuenta que tenía un mensaje de texto en mi teléfono. Decía así: Estaba escuchando la canción que oímos anoche y me acorde de ti. La verdad si recuerdo la canción de la que me hablaba pero no es una que me agrade mucho. No quiero lastimar a nadie, nunca es mi deseo pero a veces el sexo les da a algunas personas la propiedad de elevar la relación que tienen con otros sin notar que los hilos con los que se maneja todo son independientes, no todos sentimos lo mismo ni tenemos que hacerlo, no es una obligación amar a quien nos ama.
Entendí eso en ese momento pero como pataleaba años atrás cuando perdí la cabeza por una compañera de clase en la universidad. Debido a mi mal comportamiento rompió nuestra relación y yo no podía aceptar que el amor tan profundo que sentía no tuviera eco. Decidí beber y así lo hice por muchos meses sin piedad contra mi salud o mi reputación, todo por una mala percepción de las cosas.
Ya era hora de dormir pero sin tener mucho sueño aún en ese momento. ¡Mierda!, exclamé, tenía entrevista temprano al día siguiente, aún quedaba algo de vino y una copa hizo que pueda concentrarme y me quede dormido inevitablemente. El calor de la uva calentó mi pecho y mi corazón se regocijó ante la caricia desinteresada, mi mente empezó a tomar vuelo y de nuevo entré a terrenos inhóspitos, de nuevo cerré los ojos y me concentré en un pensamiento agradable, ya que me había acordado de mi obsesionado amor de universidad recordé los fundamentos que tuve para enloquecer por esa mujer, así entenderán en algo la perdida de mi razón.
Alta, labios dibujados como de anime, cara redonda que era delimitada por un pelo suelto negro y largo, ojos grandes y expresivos que se encontraban en ese entonces detrás de unas gafas modernas; no de las que usan los viejos o las abuelas, un cuello largo y delgado que terminaba en una espalda delicada y daba inicio en el frente a unos senos pequeños, delicados y honestos; sin ninguna exigencia de por medio pues ella había aceptado que tenía esos senos y no le envidiaba a nadie nada. La piel trigueña de sus brazos delgados y largos, adornaba sus muñecas con decenas de pulseritas de tela, su cintura siempre al aire por que le gustaba tener ropa que no la tapara por completo, el ombligo que yo había profanado tantas veces tratando de entrar en el inicio del monte de Venus, caderas amplias y un inmenso culo redondo, el culo en el que yo me perdía y en el que mi alma fue prisionera por años hasta que mi corazón estallo al verla besada por otro hombre.
En el cemento de mi techo se iba formando un gran monte, una gran curva de territorio y vegetación. Caminaba en paz cuando de repente el sonido de balas hizo que me pusiera pecho tierra ¿Quiénes disparaban? ¿Era a mí a quien le disparaban? Pude levantar la vista y miré al fondo a tres hombres; habían cazado a un león y le tenían moribundo a sus pies, que maricones pensé. Baje el monte del otro lado de esos cazadores y empecé a caminar por aquel hermoso terreno, empecé a cruzarme con gente conocida y no tuve ninguna sorpresa en verlos caminando por allí. Un amigo que se me acerco fumando marihuana me dijo que vaya por aquella dirección pues estaban regalando comida, muchas gracias, seguí la dirección pero de pronto sentí disparos silbando muy cerca de mí; eran los putos cazadores ¿Pero ahora a que le disparaban? Mis mostachos me indicaban la cercanía de un gran lago ¡¿Mis mostachos?! Observé asustado mi propio cuerpo y descubrí unos dedos unidos y acolchados, un gran pelaje marrón y una cola de punta larga. Me había transformado en un puma y esos hijos de puta querían matarme. Corre por tu vida, no des pelea contra las armas. Los hombres no reconocen la valentía desde que se les dio la pólvora, corre. Logro esconderme entre unos árboles, trepar uno de ellos y mirar muy quieto y en silencio como siguen mi rastro, como el Caballero Carmelo si he de morir, moriré matando, que sabor el de la carne fresca, que delicia tener esta fuerza y desgarrar a un hombre, apretarle el cuello con mi hocico mientras patalea y siente inevitable su final, mi lengua se va llenando de la sangre que su yugular salpica en fuertes chorros. De pronto un calor en mi lomo, algo me ha mordido muy fuertemente y no puedo seguir sosteniéndome en mis cuatro patas, las botas se oyen más cerca y no reconozco el lenguaje en el que se comunican, doy mi último rugido y veo al cielo por última vez, el monte que tiene forma de ella. El ardor de la calma, el naranja brillante irritó mis ojos y era casi rojo cuando desperté en mi cama. Era hora de levantarme y de olvidar todo, tenía una entrevista.
Los cuadrados de mi vereda y sus pastos recién cortados eran la decoración por donde caminaba, tenía que estar en alguna cita con alguien que no conocía, tenía que llegar temprano por el tráfico, acicalarme un poco para tener buena presencia y tener suerte para convencer a ese extraño de que me dé un trabajo. Cuando llegue el mirarlo impecable me jodía, no sé si era por la envidia que sentía o por la humildad con la que me tenía que conformar para vestirme, de todas maneras era mejor que no tener nada o tener harapos y agujeros. Salí de la cita y lo que costó llegar se desvaneció a la salida, no había prisa y solo la memoria inmediata trataba de sacarle provecho a las cosas que podían servir para ser mejor en la próxima oportunidad. Deseaba que no haya una próxima oportunidad y sea esa vez la definitiva para conseguir el trabajo. Que llame el muy mierda, pensé.
Caminaba ahora por la espesura de la tarde limeña, y era común cruzarme con damas agradables y sujetos paranoicos, era común ver gente drogada y mujeres inquietas en la ciudad. Todos regresan a casa y a nadie le importa andar apretado por la calle, en los buses o en las vías. Sonó el teléfono y en pocos segundos se instaló una imagen muy real en mi mente, con su camisa que se le abrió cuando quiso decirme que era ropa fresca, la teta que sola hacia presencia y se dejaba ver, el olor de piel de hembra. ¿Quién es? Era otra cita, para el siguiente día, temprano al otro lado de la ciudad. Trae tu DNI... Gracias.
Las cosas cambiaban a medida que las pensaba y denoté que la vida se estaba haciendo insoportable. Quisé dormirme y no despertar, ver a mi madre feliz sin la preocupación que le causa mi existencia pero eso no iba a pasar. Seguiría arrastrando mi carne por la ciudad en que vivo, en un rincón civilizado de Sudamérica se seguiría oyendo mi voz y mi risa ocasional porque la tristeza y la nostalgia no tienen nada que ver con reír. El dejar de reír es un acto voluntario, es cosa de represión y absoluta negatividad; pues a todos nos gusta reír. Y créanme que la risa de los miserables como yo es mas cristalina que la de la gente feliz. Seguir viviendo concha su madre.