Desde las últimas semanas atravieso un episodio depresivo y no es como lo pintan en los libros, no estoy en cama y tengo buen apetito, me rió solo a veces y presencio cosas que ayudan a la transformación de la realidad en una mirada ultra personal, como si alguien lo hiciera a propósito; paranoia con las canas teñidas. Llanto repentino en momentos comprometedores por pensamientos depresivos y suicidas, aislamiento que no tiene mucho de raro en cuanto a mi conducta usual en el grupo en el que me desenvuelvo, aislamiento al fin. Las pastillas de la tarde me atontan y ando por la calle caminando con mis cigarros en el saco. Creo que ya todos los vecinos se han dado cuenta que no estoy bien pero igual que cuando estaba mejor no me importa, mejor dicho; me importa casi nada. Veo poco a mis amigos y en el trabajo no tengo a nadie con quien salir en el refrigerio, solo los días que viene Manuel temprano tengo alguien con quien conversar.
Por momentos la soledad de antes, porque es la misma, se me hace desconocida y me asusto, me da miedo pensar que soy invisible y que nadie podrá tocarme, que no volveré a hacer el amor. Aunque el amor por ahora es un fantasma y mi relación con las mujeres me cuesta 50 soles al mes en un puterío de Santa Clara donde ya soy casero; me masturbo dos veces al mes con una mujer distinta después de ver como ella modela o baila para mi, no le digo ni mierda pero si le dejo a ella hablar.
Este mes no he ido, no tengo libido y ya a todas las putas las conozco. La noche es mas honda y hay un eco en las cosas, el vino es más rico si estas triste porque recompensa el que hayas sobrevivido un días más; el Dr. me lo ha prohibido pero tengo una botella de Carménère escondida detrás de la cama. Sueño, mucho sueño.
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