No puedo ver las cosas sin tus corazonadas,
no puedo dejarte ir como si no me afectase.
A pesar que todos saben mejor que yo que hacer,
tomo la subcutánea elección incorrecta,
no puedo dejar mi ensenada.
Te quiero diciéndote que no me dejes;
que me aceptes como soy,
que no seas como soy,
que soy lo que puedo ser,
que quisiera no ser yo
y tener el valor de asesinarnos a los dos,
enlazarnos con diamantes
para que mi crimen sea deslumbrante.
Te quiero y me odio.
No te lleves mi corazón ni mi receptáculo de amor.
Bonnie Parker (1910 – 1934)