Tratando de no preguntarme porque no me hablas, tratando de soportar el estar solo dentro de mi época de vida. Sintiendo que las cosas en mi cubículo de mierda valen la pena de ser realizadas. Llamada tras llamada, personas que se van y otras que se vuelven a sentar, cuentas que rendir y facturas que cobrar. Por un pequeño momento cuando estoy en el bus camino a casa logro ver entre tanto neón rastros de mi procedencia real, mi casa lejos de la ciudad y de la vida acelerada y corrompida. El Monte Fuji y las canciones dulces de los muertos, la blancura del volcán y las flores siniestras.
Nubes lenticulares sobre el Monte Fuji
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