La noche anterior
Guillermo había asistido a una charla de negocios pero al llegar al local se dio
cuenta de lo que se trataba: las ventas en cadena; más
conocidas como ventas en pirámide. Se olía desde que se lo
plantearon pero no tenía inconveniente en escuchar aunque solo necesito diez
minutos y no pudo evitar reírse. Un
refresco preparado de frutos del Tíbet, de la parte virgen, donde
solo los monjes Shaolin tenían acceso, él se imaginaba a los viejos
renegridos por el sol de montaña caminando desnudos mientras hacían chocar sus
miembros con los frutos supuestamente milagrosos. No solo curaban
el estreñimiento sino hasta el cáncer, el ébola y el sida.
Al darse cuenta
de su falta de interés en el producto la expositora paso a explicar el
negocio, era simple, entrabas pagando 1000 dólares y te daban 30 botellas
del elixir que no era para vender sino para el propio consumo. El negocio era
que tu contactabas dos personas más que también invertían 1000 dólares y
estos a su vez dos más cada uno y así sucesivamente. Mientras la expositora dibujaba el esquema Guillermo preguntó sin afán de incomodarla: ¿Es esto un
negocio pirámide? Y en cuanto termino la pregunta todos apresuradamente dijeron: ¡No, esos negocios son ilícitos, esto era algo diferente! Era una
oportunidad, era el elixir de la vida en botellas de 35 $ cada una.¡No una pirámide! Sin querer incomodarla (porque le parecía muy guapa) Guillermo
tomo un lápiz y dibujo tres líneas bordeando el esquema de la expositora, las
tres líneas formaban un triangulo a lo que dijo: Bueno, este negocio aunque
se parece a una pirámide no lo es ¿Será entonces el negocio del triangulo, donde
solo gana el de arriba como en el pirámide? Muy incómoda la expositora dijo que ya no le explicarían más del asunto.
Iban en el mismo
carro llevando a la expositora a su casa, el ambiente era tenso y aunque quiso
empezar una conversación que no tenga nada que ver con el negocio nadie ya
quería hablarle. En ese momento su cabeza se lleno de preguntas: ¿Era posible
que alguien pueda comprar tal estafa? De hecho su amigo estaba metido ¿Realmente la gente era tan estúpida como para
tragarse algo así? No era lógico pensar que solo los ingenuos meterían 1000$
por un jugo que dios sabe qué será ¿Podía un jugo costar tanto? Mientras
pensaba miraba de reojo a la expositora, cejas pobladas, escote amplio y pecoso,
imaginaba el color y tamaño de sus pezones ¿Serán dulces? Se percato que ella lo estaba mirando y en
su mirada pudo distinguir todo el desprecio que sentía por él, no por
mirarle las tetas sino
por haberla hecho dudar aunque sea por un insignificante segundo. Todas las muecas irónicas que había puesto,
las preguntas inocentes (¿Es esto un supositorio?), la forma infantil en que
había dibujado la pirámide que llamo triangulo para no ofenderle, toda esa
falta de fe la había
llevado al baño y hecho cantar el himno de la
empresa sola y casi a gritos para no dejarle ni un solo milímetro a la duda de
que todo eso era una estafa.
Guillermo le
devolvió en cambio una mirada de resignación, porque bien sabia que todos eran parte de una misma estafa que se forja desde
que nacemos, que se fortalece con nuestra educación, con los libros que nos
hacen leer. Estaba convencido que los alumnos de Oxford o Harvard no leían lo
mismo que el, ellos de seguro leían como dominar el mundo, como hacernos creer a
los proles que esto que vivimos es vida, como aislarnos de la vida política,
como introducirnos la moda, los vicios, las drogas, incluso las palabras, la gente decía en la universidad “el que tiene plata habla como
quiere” cuando se equivocaban pero eso no era mentira, la clase
alta impone el lenguaje y ese lenguaje es controlado y sirve para controlar. Estaba convencido. Un ejemplo claro era la palabra “brother”, que la clase alta dice
“brooooeeeeer” porque estiran las vocales, era adoptada por todos los demás
hacia abajo, pero nunca era el caso contrario, nunca una palabra generada en
las proles se volvía popular y ascendía. Nunca el “batería” seria escuchado en Gótica.
El verdadero peligro era que toda palabra era conocida y se sabía
su respuesta, ante un “hola” salía un “que tal” y lo seguía un “bien” todo era
predecible, para el tiempo de Guillermo ya no se encontraba gente que dijera
algo diferente, en la boca de los de su época solo se hablaba de maestrías, de depas,
de cañas y del viaje, ya nadie hablaba de ideas y menos de sentimientos.
Tenias que pensar que no era una pirámide aunque tenía forma de pirámide.
En ese momento se
alegro de no comulgar con todo eso, aunque no sabía cuán lejos se hallaba y se
preguntaba si es que ha leído los mismo libros en las mismas aulas ¿Por qué tenía que ser diferente? ¿Por qué si se da cuenta de esto? Recordó a
Winston Smith diciendo: “Una minoría de
uno no es locura y si lo es prefiero estar loco”. Sin querer esbozo una
sonrisa que ya no era irónica ni burlona, era apaciguadora, pensar en aquellas palabras le hizo sentirse no tan
solo.
Habían llegado a
la casa de la muchacha, el volteó la mirada hacia ella, no a sus pechos
sino a su frente y lentamente fue bajando, peinando cada centímetro de su
rostro. Se dio cuenta de la cicatriz que tenia sobre el ojo derecho y le dio
pena, era grande, pensó que debió haberlo dolido mucho cuando se la hizo, bajo
por su nariz pequeña y se detuvo en sus labios, ella los entreabrió y le pareció
que intentaba decir algo, en ese momento creyó que ella también se había dado
cuenta de todo, de lo ridículo de los frutos del Tíbet, del control mental y
social, de cuan jodidos estaban todos en el mundo menos ellos dos. Creyó ver
que sus labios pronunciaban “Smith”.
Guillermo vio, en
lo que le tomaba entender lo que pronunciaban sus labios, a todas sus mujeres y
supo porque nunca las había amado, supo porque solo se acostaba con ellas y
terminado el acto las despreciaba profundamente. Ellas eran
parte de todo ese andamiaje, entendió que seguro eran enviadas por esos amos de
mundo que lo controlan todo. !Eso era! Ellos no podían controlarlo con las
drogas, la moda, los clichés sociales, las películas vacías, los libros
estúpidos, ellos lo controlaban con las mujeres brutas y estúpidas que lo
habían rodeado desde el inicio de su vida sexual. Pero ahora, Laura
decía “Smith”.
Se abalanzo sobre
ella, la beso con fuerza tratando de morder sus labios, apretó con fuerza sus
pechos pecosos y ella…ella pego el grito más fuerte que nunca había dado en su
vida, los otros dos tipos que eran vendedores e iban en el carro lo tiraron al
suelo, quisieron golpearlo pero Guillermo se puso de pie y adquirió una pose de
karate (como la De Niro en taxi driver pensó y sonrió para si). Los tipos
con traje se alejaron asustados subiendo raudos al carro. Al partir la vio
claramente pero ahora le guiñaba un ojo, ella lo había hecho a propósito. “Te
jodí concha tu madre” decían ahora sus labios. https://www.youtube.com/watch?v=D3zLaRBQjc8
El anterior relato ha sido escrito por un amigo de Gonzalo Gozza.
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