sábado, 10 de mayo de 2014

I'm not like you, who fucks to feel validated




Defender el derecho a ser inmoral, mantener una postura firme ante una sociedad que no considera la búsqueda de placer como una opción valedera en la vida, sucumbir ante el deseo y poner en riesgo la propia integridad y el núcleo familiar. Perdón, no poner en riesgo porque inicialmente se sabe que esto no es para nosotros, simplemente despreciarlo. Ser alguien terco a sabiendas que lo que los otros llaman bienestar es represión, perder un hijo y un esposo porque no se puede parar ni estar tranquilo. No se puede vivir sabiendo que la única calma se encuentra en el conocimiento de que algo queda aún por ser corrompido, por ser ensuciado con lo que todos quieren negar y guardan en lo más profundo de sus almas. “El ingrediente secreto del sexo es el amor” Optar por el camino a esto último es abrazar un dolor y una búsqueda ante cada vez mayor declive de la novedad en la excitación. El sexo es lo que las mujeres usan para cambiar el mundo y siempre lo han sabido. El coño es el arma destructiva que usan para romper con la calma de las cosas. “Mea vulva, mea máxima vulva” El agua es el disolvente universal y no alcanza para borrar el dolor entre las segregaciones de las piernas ante la muerte del padre, tampoco para tener la niñez resbalosa en el suelo del piso frío del baño, sobando tiernamente sus sexos contra un suelo húmedo. Imagen de ensueño para los espectadores pedófilos.
Las cosas que podemos rescatar del filme Nymphomaniac del danés Lars Von Trier son incontables. Escenas explicitas y actos insanos perpetrados de forma lúdica. Culpable sin sentir culpa, malvado sin elección como dice en una crítica negativa de la película. Los ojos mundanos no comprenden ese estado, la culpa no es consecuencia de un acto negativo sino del concepto que tenemos de nosotros mismos. Somos los actos que cometemos y para eso hay un repertorio ya establecido en el que no se puede cambiar, ustedes no entienden el ser malvado sin elección. El mal nunca se convierte en monstruo o en asesino despiadado como burdamente te lo plantean los medios de comunicación, es responsabilidad mayor el tener todo bajo control inundando de odio y de perversidad las mentes. Uma Thurman como la Sra. H inoculándole en los hijos, una muy elegante y maternal Beatrix Kiddo hace del desespero femenino una vendible gráfica de lo que viven miles de mujeres. Somos la lucha constante contra la banalidad y el decaimiento de la comunicación expresada por una generación de gente adormecida por la comodidad y los modelos decadentes. 
Escúchenme todas no crean que ha sido fácil, pero ahora entiendo que no somos iguales y que nunca seremos iguales, no soy como tú que follas para sentir que te valoran y que podrías decir que no a una buena metida de pene, no soy como tú que lo único que quiere es que le metan algo aunque sea un hombre o toneladas de basura desagradable, no haría la diferencia. Y definitivamente no soy como tú, esa empatía que clamas tener es una mentira, porque todo lo que eres es ser la policía moral de esta sociedad, cuyo deber es borrar mi obscenidad de la superficie de la tierra para que la burguesía no se sienta enferma. No soy como ustedes. Soy una ninfómana y me amo a mi misma por ser una pero por encima de todo amo mi coño y mi sucia obscena lujuria.

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