viernes, 8 de enero de 2016

Un hombre llamado Luis se siente atraído por una mujer llamada Elena

El le propone ir juntos al cine, ella acepta. La pasan bien. Unas pocas noches después, él la invita a ir a cenar, y de nuevo están a gusto. Siguen viéndose regularmente, pasa un tiempo en que se ven a menudo dejando de salir con otras personas. Una noche mientras regresaban de una salida, un pensamiento se le ocurre a Elena y lo expresa:
- ¿Te das cuenta que justo hoy hace seis meses que nos vemos?
Y entonces se hace el silencio en el auto. A ella le parece un silencio inmenso, tremendo. "¿Le habrá molestado que yo haya dicho eso?, quizás se siente oprimido por nuestra relación; debe creer que yo estoy tratando de forzarlo a alguna clase de compromiso, no está muy seguro de seguir con esto".
Luis está pensando entre otras cosas: "Seis meses."
Mientras ella sigue sus elucubraciones en este sentido: "Yo tampoco estoy segura de querer esta clase de relación. A veces me gustaría tener un poco más de libertad, para tener tiempo de pensar sobre lo que yo realmente quiero, que nos mantenga en la dirección a la que nos estamos encaminando lentamente..., es decir, a ver. . . ¿hacia donde vamos? ¿Vamos simplemente a seguir viéndonos en este nivel de intimidad? ¿Nos dirigimos hacia el matrimonio? ¿Hijos? ¿Una vida juntos? ¿Estoy preparada para este nivel de compromiso? ¿Conozco realmente a esta persona?
Luis se concentra en esos momentos asociando: "... Así que eso significa que fue... veamos... febrero cuando comenzamos a salir, yo venía de las vacaciones, sí, que fue justo después de dejar el auto en el taller, y ya lo tenía como nuevo...ya tengo que ver de nuevo como anda este, o sea que...mierda, tengo que cambiarle el aceite al auto."
Elena piensa: "Está confundido, puedo verlo en su cara. O quizás estoy interpretando esto completamente mal. Quizás quiere más de nuestra relación, más intimidad, más compromiso; quizás él ha notado antes que yo, que yo estaba sintiendo algunas reservas. Sí, apuesto a que es eso. Por eso no quiere decir nada sobre sus propios sentimientos. Tiene miedo de ser rechazado."
Luis sigue pensando en: "Voy a tener que decirles que me miren el carburador otra vez. No me importa lo que esos imbéciles digan, todavía no camina bien. Y esta vez mejor que no intenten echarle la culpa al frío. ¿Qué frío? estamos en verano y con el calor que hace esta cosa camina como un camión de basura, y yo les pagué a esos incompetentes 600 soles para que me dejen nuevo el carburador"
Elena está pensando: "Está enojado. Y no puedo culparlo. Yo estaría enojada también. Dios, me siento tan culpable, haciéndolo pasar por esto, pero no puedo evitar sentirme como me siento. Simple y llanamente no estoy segura."
Luis piensa: "Probablemente me dirán que sólo tiene tres meses de garantía. Sí, eso es justo lo que van a decirme pero jamás me lo adelantaron esos desgraciados."
Elena está pensando: "Quizás soy demasiado idealista, esperando que venga un noble caballero en su caballo blanco, cuando estoy sentada al lado de una persona perfectamente común, normal y buena, una persona con la que me gusta estar, una persona que realmente me importa, una persona a la que parezco importarle realmente. Una persona que sufre por causa de mis egocéntricas fantasías románticas de colegiala."
Luis piensa: "¿Garantía? ¿ 3 meses de garantía? Les voy a dar garantía. Les voy a meter la garantía en el culo"

- ¡Luis!- dice Elena.
- ¿Qué?- dice Luis, sorprendido.
-Por favor, no te tortures así. Quizás nunca debí haber dicho... Oh, Dios, me siento tan...- se interrumpe, sollozando.
-¿Qué?- dice Luis.
-Soy tan tonta- solloza Elena. -Quiero decir, ya sé que no hay tal caballero, realmente lo se. Es estúpido...No hay caballero, ni caballo.-
-¿No hay caballo?- dice Luis.
-¿Crees que soy tonta, verdad?- dice Elena.
-¡No!- dice Luis, contento por fin de conocer la respuesta adecuada.
-Es sólo que... sólo que... necesito algo de tiempo- dice Elena.

Hay una pausa de 15 segundos mientras Luis, pensando todo lo rápido que puede, trata de decir una respuesta segura. Finalmente se le ocurre una que cree que puede funcionar:
-Sí- dice él.
Elena, fuertemente emocionada, toca su mano:
-¡Oh!, Luis, ¿realmente piensas eso?- dice ella.
-¿Qué?- dice Luis.
-Eso sobre el tiempo- dice Elena.
-¡Ah!- dice Luis- ¡Sí!.
Elena se vuelve para mirarle y fija profundamente su mirada en sus ojos, haciendo que él se ponga muy nervioso sobre lo que ella pueda decir, sobre todo si tiene que ver con un caballo. Al final, ella dice: -
- Gracias Luis.
- ¿Gracias?- dice Luis.

Entonces él la lleva a casa, y ella se tumba en su cama. Es un alma torturada y en conflicto, y llora hasta el amanecer. Luis vuelve a su casa, con una bolsa de papas fritas, enciende la tele, e inmediatamente se encuentra inmerso en una retransmisión de un partido de tenis entre dos checos de los que nunca ha oído hablar. Una débil voz en los más recónditos rincones de su mente le dice que algo importante pasaba en el auto, pero está bien seguro de que no hay forma de que pudiese entenderlo, así que opina que es mejor no pensar en ello.

Al día siguiente Elena llamará a su mejor amiga, o quizás a dos de ellas, y hablarán sobre la situación seis horas seguidas. Con doloroso detalle, analizarán todo lo que ella dijo y todo lo que él dijo, pasando sobre cada punto una y otra vez, examinando cada palabra, y gesto por nimios que hayan sido, como así también todo lo que ella supuso que a él le estaría pasando, considerando cada posible ramificación de lo comunicado y de lo supuesto, y siguiendo en la misma línea de suposiciones continuarán discutiendo el tema, una y otra vez, por semanas, quizás meses, no llegando a conclusiones definitivas, pero nunca aburriéndose del tema.

Luis, un día, mientras ve un partido de fútbol con un amigo común (suyo y de Elena) en la propaganda, fruncirá el ceño y dirá:
- Raúl...¿Sabes si Elena tuvo alguna vez un caballo?





Sacado de un artículo sobre comunicación en la pareja.

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