martes, 13 de abril de 2010

Bianca

Hace tiempo que no leo, hace tiempo que no me va bien por ende. No tomo el ejemplo ni las vivencias de otros y eso es muy egocentra de mi parte. Hoy Bianca me dijo ¿tu trabajas o haces la finta que trabajas? Por dentro me sentí tan mal de dar la impresión de ser alguien que no proyecta tener metas o que no tiene ninguna responsabilidad, una mierda para decirme tan directamente lo que piensa pero estuvo bueno para despertarme de mi letargo, en estos días es difícil encontrar alguien tan punzantemente sincero. Nada en particular me distraía ese día en la oficina y el inventario continuaba su curso de tortuga anciana y tuberculosa, la vida laboral que me generaba un cheque mes a mes, miserable pero que alcanzaba para existir socialmente era una mierda, era una mierda que mi vida se consuma en esta actividad monótona; es por eso quizá que Bianca vio en mí la falta de ambición y de sed de dinero. En verdad hago la finta que trabajo porque esto no me genera ningún esfuerzo ni satisfacción, ni siquiera es algo que tenga la formalidad propia de una ordenada pirámide de jerarquías en que todos son productivos pero con diferentes funciones. Yo era tan inútil como mi jefe directo y ambos con nuestra pereza y lentitud contribuimos a que el mecanismo burocrático se mantenga en funcionamiento, estábamos en la velocidad indicada para que todo esté en orden y nadie sospeche de la ineptitud de todo el sistema.
El miserable día llego a su fin y camine como de costumbre al paradero para subirme a un micro que por casi tres cuartos de hora me iba a transportar hacia mi casa, la cual compartía con mis padres, aunque mejor dicho, ellos compartían conmigo porque era su casa y me permitían vivir allí todavía pese a que ya había alcanzado la mayoría de edad, dentro estuve parado hasta que por suerte un pasajero que estaba cerca mío se bajo. Sentado un poco más cómodo, observaba a la gente en la calle, a las juventudes compartir amor y amistad despreocupada de todas las cosas de las que estaba llena mi cabeza, a la gente viviendo su miseria mecánicamente. Ya no era joven y cada vez me iba a parecer más a mi padre cansado y amargado, fumando cigarrillos mientras caminaba por las calles y tomando café para que la monotonía tenga un estimulo adherido. No puta madre, no.

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