jueves, 13 de enero de 2022

Mira

Me recordó mucho a Armagedon y a ese ego tan desmedido norteamericano de creer poder hacerle frente a los embistes de la naturaleza y vencer para ondear su bandera estrellada. Hellboy(Ron Perlman) deja de ser una criatura roja del inframundo y regresa a su forma original de monstruo republicano con aliento a whisky, amenazante y rudo, sin miedo a entregar la vida para ser luego venerado como macho alfa. Ni Randall(Leonardo Dicaprio) ni Kate(Jennifer Lawrence) entendían la frialdad y desinterés por una noticia tan devastadora aunque el primero sucumbe a la vida plástica de hoteles caros con una rubia conductora de televisión engreída y libertina. Es fácil olvidar el fin del mundo cuando se esta dentro de Cate Blanchett. La vida se ha vuelto la negación de nuestro cruel destino imitando el desparpajo de los ricos y alimentando sus egos para que terminen con todos nosotros. Meryl Streep esta vieja pero sigue manteniendo una elegancia indestructible aunque no me haya convencido en el papel de presidente del país más infame de la ciencia ficción; corrupto y escandaloso como siempre. Ha sido mucho más interesante el rol de su hijo Jason(Jonah Hill), representante intachable de la actual generación y de la completa ineptitud ante la realidad sin un celular. Un personaje que se distingue por su incapacidad y el respaldo de un poder que le da la confianza necesaria para despreciar lo real. A diferencia de Presagio, Impacto Profundo o Melancholia en las que todas las apuestas están echadas y el fin es inminente aquí hay un plan de evacuación para los ricos, quienes llegan a su destino comandados por Peter Isherwell, millonario y salvador de la especie con sus avances tecnológicos, felicidad artificial y homosexualidad robótica. La vecina de Charlie Harper(Melanie Lynskey) logra soportar con hidalguía la infidelidad y la destrucción de la tierra manteniendo junta a su familia y compartiendo con un evangélico pandillero(Timothée Chalamet) su ultima cena. Solo hay que tomar todo con humor aunque nos estén llamando ingenuos, condenándonos a un desastre sin igual. Ariana Grande actuando de ella misma lo dice de forma precisa ante la cortesía ya casi extinta del siglo pasado: Why don't you mind your own business you old fuck? La generación que no soporta la verdad objetiva gana terreno de forma desmesurada. Merecemos más de un fin del mundo. 





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