martes, 16 de julio de 2013

Compositor

Hay ciertas notas que al ser tocadas producen sonidos agradables al oído humano, hay desde las simples hasta las muy complejas. Quizá todo adolescente cuando empieza con la guitarra comienza tocando Shape of my heart de Sting y tal vez con mucha práctica y empeño llegue a tocar parecido a Robert Plant o Jimi Hendrix, pero aún a ese grado de complejidad siguen siendo notas conocidas. No quiero decir que todo ya este inventado o que no queda más por inventar pero es también innegable que muchas canciones se parecen. Por ejemplo cuando escuchas a Oasis es imposible no sonreír y recordar a los Beatles evidenciando lo difícil que es crear algo nuevo que agrade o por lo menos divierta.
Guillermo entendía al ser humano como un instrumento musical, no era un pensamiento propio pues un amigo le dijo que “las mujeres son como las guitarras y hay que saber tocar las notas apropiadas”. Lo decepcionante para él era que todas las personas parecían reproducir siempre la misma canción, todos hablaban de banalidades, de sus deseos de comprarse carros y departamentos, de sus viajes y sus trabajos donde todos parecían ser importantes e indispensables. Últimamente el tema frecuente eran las maestrías, los MBAs, matrimonios, partidos de futbol y de lo acarameladamente felices que parecían vivir. Todo ese caramelo rancio y barato que le era tan notorio a Guillermo era hostigoso y saturante
En aquel momento supo que tenía que inventar, que debía tocar nuevas notas, que era indispensable crear. Moltmann dice que somos creaturas y no criaturas, que somos hijos de un creador con capacidad creadora, pero nunca dijo que solo algunos lo podían desarrollar. Por esos días Guillermo practicaba nuevos comportamientos, formulaba nuevas preguntas miraba de manera distinta, pensaba que si quería una respuesta diferente de la gente debía ser diferente. Pero su diferencia no era comprendida, recibía miradas de extrañeza, comentarios de asombro y también rechazo, se decía que estaba drogado o incluso orate.
Cuando se analiza la materia es necesario llegar a su parte indivisible, al átomo, la base desde donde todo parte de la misma forma como un entendido de música se remite a las notas musicales; ¿Cuál es el átomo del ser humano? ¿Cuáles son las notas fundamentales desde donde se crea su comportamiento? Guillermo hurgaba tratando de entenderlo, pero su falta de preparación no se lo permitía; es puramente intuitivo y lo peor de todo con poca paciencia. En su búsqueda llego hasta Descartes y su verdad absoluta: Yo Pienso, Yo Existo, pero era algo muy individual o al menos así lo entendió, no le aportaba gran cosa en su búsqueda y es así como se fue a un extremo, si hay una verdad absoluta debe haber un miedo absoluto y que miedo más absoluto que: Yo Muero
Extenuado de Descartes y los absolutos se dio una noche libre, se cito con una mujer con la que compartía alcohol y alcoba. Ya en el acto sintió incomodidad por lo mucho que ella gritaba, pero pedir  verbalmente discreción terminaría con el momento así que le tapo la boca. Ella mordió sus dedos lo cual lo alteró, la  volteo poniendo su cara contra la almohada pero aun así el sonido le era insoportable, busco en la mesa del tocador y encontró su pequeña cuchilla de bolsillo, sin pensarlo la desenvaino y se la puso en el cuello, vio como ella al sentirlo detuvo todo movimiento y ruido, pero seguidamente comenzó un movimiento ligero y muy acompasado de caderas, sintió como su cuerpo subía de temperatura hasta cubrirse su espalda completamente de sudor, vio como el sudor bajaba por su vientre y se amontonaba en sus pechos para dejar caer las gotas por sus pezones. Ahora el movimiento era rápido y violento, intento retirarle el cuchillo de cuello pero fue ella que se lo impidió ajustando con más fuerza hasta hacer pequeños cortes en la piel, después de un rato ella suspiro profundamente y el llego a sentir la humedad de su entrepierna, ella se echo pasándose los dedos por el cuello limpiando la sangre que se mezclaba con sudor, se llevaba los dedos a la boca y le mostraba la mejor sonrisa que nunca había dado.           


El anterior relato ha sido escrito por un amigo de Gonzalo Gozza. 

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