viernes, 5 de julio de 2013

Lincoln(versión no oficial)

Tumbado en su cama después de ser nuevamente plantado por la misma mujer que parecía ya no deseaba ser su amante, escuchando  free bird de Van Zant,  Guillermo pensaba en la película del ex presidente asesinado Lincoln,  en esa extraña  guerra de secesión de la que pocos hablan, en  todos esos gringos sureños y en su extraño acento de hablar el inglés. Para muchos quizá Lincoln, como Castilla en Perú, es recordado por haber abolido la esclavitud y con eso darles el nivel de seres humanos a millones de negro que incluso hoy se dan el lujo de tener un presidente, pero había algo que le inquietaba aún más: Lincoln fue asesinado, y con eso quedaba claro que puedes ser el mismísimo presidente del país más poderoso del planeta y sin embargo puedes ser asesinado (¿Por qué? ¿Por quién? No era de su interés). Lo único que a Guillermo le consternaba era que nadie se puede escapar si alguien, por algún motivo, decide hacerte daño.  Sea con razón o sin ella, sea por el bien de muchos o de pocos y no tiene que haber motivo para hacer daño, ni mucho menos justificación alguna, simplemente puedes hacerlo por placer.
Tomo su billetera y se dirigió a la casa de la mujer que tanto le había costado ganarse su cariño, y tenía claro que si se podía hablar de algún sentimiento ese solo podía ser cariño. Llevaban ya dos años juntos en aparente calma, ella se había acostumbrado a él y él ya no sentía ese miedo de verla sin pensar que lo terminaría nuevamente. Por eso días salían más con amigos en común e incluso habían llegado a reunir a sus familias en un almuerzo en el que sus padres se emborracharon y tácitamente acordaron que si les gustaría ser suegros. Cuando llego ella estaba terminando de alistar su maleta para el viaje en el que le propondría matrimonio. Cuba sería el destino por decisión mutua, ella había seguido una dieta estricta y se veía mejor que nunca, se podría decir que el cariño estaba en su máximo expresión.
Le recibió con un beso y se colgó de su cuello viéndole a los ojos y noto que algo había en su mirada siempre esquiva. Mientras él  caminaba hacia la casa; miro el parque, los arboles encorvados, la banquita en la que solían conversar, se detuvo por un momento y había sonreído lentamente como cargando la pistola de pólvora con la que se le disparo a Lincoln.
-          ¿Pasa algo?
-          No  (imagino en ese momento que para el asesino de Lincoln no debió ser fácil, seguro dudo).
-          ¿Seguro? Se te ve raro…
-          La verdad es que si. Y la abrazo hasta que sus labios quedaron a la altura de su oído izquierdo (dicen que es el oído más sensible de las mujeres) ¿Te acuerdas ese día en el parque cuando me dijiste que me largue? Ella se alejó lentamente con una mueca de extrañeza, con esa mirada que anticipadamente sabe que va a llorar.
-          Eso ya paso… Dijo, como pidiendo disculpas por algo que no se había dado cuenta.
La venganza sin hacer daño no es venganza y tiene que ser necesariamente en el momento más inesperado, cuando el otro se siente seguro y confiado. El sur nunca le perdono a Lincoln la libertad de los negros y lo mataron (versión no oficial) cuando estaba en el teatro, seguro, confiado.

-          Es que eso no paso (sonriendo), y ahora… a tus 32 años; te quedas sola perra de mierda




El anterior relato ha sido escrito por un amigo de Gonzalo Gozza.

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