Sera que hemos llegado a la cumbre de las cosas. Seremos acaso participes de algún cambio en los tiempos al pisar tierras inhóspitas para los pueblos del este, sur y norte. Tendremos en este contacto contigo Baal una mayor soberanía sobre las cosas materiales y las no materiales. Podremos volar y desaparecer, fabricar maquinas gracias a este avance que nos otorgas en la geometría, astronomía y la física. Nadie en toda Anatolia podrá detenernos. Gracias te damos, recibe nuestro incienso y la sangre de estos animales. Baal ha ayudado.
Y así los dos fueron a sus respectivos hogares atravesando el monte que separaba al pueblo de las cadenas de piedra, con sus montañas y cuevas con antiguos acueductos formados mucho antes que el primer hombre llegará. De todas las decisiones que emponzoñaban las cabezas de cada uno; no se podía discernir cual era la más ambiciosa. Uno quería un imperio dueño de todos los pueblos del Mediterráneo; el otro quería que todo hombre y mujer que se le cruce pueda brindarle lo más valiosos que tenga, si es mujer su pureza y si es hombre su talento. Cada quien cavilaba en silencio uno al lado del otro en ese camino oscuro y lúgubre. Pronto las luces de la ciudad se divisaban. El sonido de sus pasos y los ladridos de perros que sentían que algo había cambiado anunciaba su llegada.
Yo en uso de todas mis facultades físicas y mentales te quiero regalar un secreto, dijo uno al llegar a casa y encontrar a su mujer preparando la comida. La sentó en un banco y le relato cómo había estado orando con fe para que le sean otorgadas las respuestas a los algoritmos que le impedían avanzar en el entendimiento de las cosas. De cómo junto a su amigo habían sacrificado un par de becerros invocando en el fuego que Baal se apiade de ellos y como él escucho sus lamentos. El fuego adquirió una mayor intensidad y se torno rojo como la sangre, no salía humo a pesar de que cada vez se agrandaba más la llama. Cuando estuvo del tamaño tal que sobrepasaba los siete pies y medio, del centro salió un gran toro joven con forma humana, no nos dimos cuenta hasta que dio unos pasos por la cueva, de que tenía en la espalda dos cabezas más y que a pesar de encontrarse el cuerpo en movimiento, aún dormían. La primera, de un gato y la otra, la de un hombre joven y hermoso, una a cada lado. Pronto el ser se identificó como Baal, y nos hablo en lenguaje muy refinado sobre la seriedad del asunto. Nos brindaba el conocimiento infinito de las ciencias y la alquimia, así como el don de poder desaparecer a voluntad y aparecer en un lugar que se elija, podíamos también dominar las mentes frágiles y a los niños para que actúen de la forma que nos plazca pero con la condición de que nunca podríamos volver a estar como antes de eso; pasé lo que pasé. Con asombro la mujer miraba a su esposo hablando con tanto ahínco sobre cosas que le resultaban temerarias y difíciles de creer que tuvo un extraño deseo de ser sometida y poseída. Y así fue.
El otro hombre llego a una casa sola, sin mujer ni padres ni hermanos. Una mesa vacía y agua en un recipiente cerrado era lo único que él tenía en casa, junto a un montón de textos y cálculos que no se podían comer ni tampoco emitían sonido alguno. Después de un sorbo de té que se animó a preparar recordó el poder que se le había otorgado, sonrío terminando su taza y puso el abrigo de nuevo dispuesto a salir por la noche un momento a comprobar algunas cosas que él creía que lograría. Anduvo en luna llena por caminos rodeados de pequeñas y precarias casas de gente que dormía. Un ebrio apostador a los lejos se acercaba zigzagueando haciendo sonar las monedas que aun tenía en su poder. Al pasar al lado este le dijo sin pronunciar palabra que le entregue el bolso, solo le miro a los ojos y extendió la mano, lo que fue suficiente para completar el mensaje. Así fue que otorgo lo pedido y le hizo una reverencia. Inmediatamente después el hombre deseo estar en la taberna del pueblo y tras pestañear, impresionado por su incredibilidad, se encontraba en ella con una bolsa llena de monedas bajo el brazo.
Satisfizo su hambre y su sed y empezó a observar a las prostitutas que allí se encontraban. Hubo una en especial que le llamo la atención, a pesar que descansaba en las faldas de un viajero. Le miro a los ojos y la llamo en su mente, la mujer, al sentir un aviso de una dirección especifica, busco con la mirada la fuente de ese mensaje. Vio a un hombre sentado en una mesa de platos vacios y con un vaso en la mano mirándola con mucha insistencia y seguridad. Sintió deseo y atracción. Se levantó delicadamente, y haciéndole una reverencia al hombre sobre el cual había descansado su peso, se despidió para acercarse donde se encontraba aquel. A medida que la joven se acercaba la luz del fuego de su mesa mostraba más detalles de su bello rostro. La transparencia de su cuerpo en esa delgada tela que le daban los amos a sus concubinas y la perfección de sus dientes en una inagotable sonrisa. ¿Quién eres? le dijo ella a él, y sin oírse respuesta alguna se entendió que había recibido cada uno de sus pensamientos y sucumbido a una fuerza inentendible para los demás en ese lugar. La mujer se siente atraída por los hombres que admira y teme en todas las circunstancias de su vida. Intercambiaron nombres y fue así como ella obedeció desde ese instante todo lo que él quería. Con una mirada y monedas brillantes silenció al dueño de la taberna y de las mujeres y recibió a cambio una reverencia que fue correspondida.
De regreso en su hogar consumó el deseo que tenía por ella, recorriéndole con goce y serenidad recordando que apenas hacia unos momentos ella estaba en la taberna y él en su casa solo con el fuego y el agua. Después de poder tocarla y observarle libremente en privacidad sintió el calor intenso de la carne. Fueron varías las veces que ella le recibió esa noche y varias las horas que durmieron de más esa mañana; tanto fue el descuido, que su amigo al no encontrarle en su jornada diaria le fue a buscar en casa, encontrándole dormido aún con una bella mujer encima. Una gran sonrisa antecedió el llamado por su nombre. Grata fue la sorpresa al ver a su compañero al lado de su lecho de rodillas mirándole con alegría. Le dijo que se apurase en alistarse que tenían mucho porque trabajar. El hombre se incorporó y salió de la cueva para que pueda vestirse su compañero y para que pueda también despedirse de su amante. De pie ambos ya vestidos y aseados, se miraron con mucho afecto y cogiéndole ella a él la mano, le dijo a sus ojos esto: “por haberme dado tan mágica noche y haber colmado mi vientre de tu vigor dejándome llena de dicha y juventud, te brindo a ti está sabiduría femenina; el amor es un veneno dulce que mata, ten cuidado de él. Tendrás mucha suerte en ese terreno ahora que tienes este poder”.
Con sorpresa se dio cuenta que la mujer no había estado bajo el encanto de su mente sino que aún mantenía el libre albedrió. Le pregunto entonces porque había accedido a salir con él y dejar una noche de trabajo por compartir su lecho pobre; por la forma como miras, le dijo. El otro hombre impaciente llamaba en la puerta reclamando la presencia de su compañero. Esto hizo que la mujer se incorporase y saliera de la casa de prisa dejando atónito al amante.
Juntos los dos; camino a su pequeño laboratorio conversaban de lo que habían hecho al llegar a sus casas. Como uno lo habría pasado con su esposa y el otro con aquella bella prostituta. Ambos lograron consumar su deseo y eso les pregonaba una buena señal.
De nuevo en el trabajo ya podían seguir adelante con los proyectos que no lograban completar por llegar al tope de su solución. Tenían ideas nuevas provenientes de una espontaneidad desconocida. Lograron dominar las distancias al darse cuenta que mientras más lejos ellos logren conocer el territorio más amplitud tenía el poder de transportarse a voluntad desapareciendo y apareciendo donde se desease. La vida era ahora un sinfín de posibilidades para sus caprichos y su ingenio. Rápidamente adquirieron fama por los inventos que hacían y por la buena fortuna que siempre les acompañaba. Tenían ya a su cargo a muchos hombres trabajando para ellos siendo más efectivos en los pedidos y las entregas.
A los pocos meses ya el dinero no era problema y la envidia era fácil de cosechar entre tantas personas simples, como siempre lo es. A los pocos años ya las mujeres a uno se le acumulaban y al otro los hijos. Pero ambos tuvieron visiones de sus futuros y de los de sus seres queridos, vieron cosas desastrosas. Uno pudo mirar a un hijo deforme que aún no nacía y como esto le alejaría de los demás por la repugnancia. Vio el dolor de su esposa tras parir a un niño enfermo y sin remedio alguno de ser normal como los demás. Se le destrozo el corazón al presentársele esta visión y no pudo hacer nada para solucionar esto pues aún no había acontecido. Se decidió entonces por no tener más hijos y así burlar el destino, con lágrimas en los ojos y el corazón roto le pidió a su mujer que no engendre más sin saber que ya se encontraba en la dulce espera.
El otro se vio a si mismo enfermo y loco, contagiado por alguna de las tantas amantes que se había acostumbrado a poseer sin reparo. Vio el legado de enfermedad que esparció también en muchas jóvenes a las que él persuadía con mayor facilidad, mujeres jóvenes esparciendo la enfermedad y muerte de entre sus piernas. Ya para ese momento, había desarrollado un gusto por las aun sin madurar. Se sintió miserable por sus acciones y acongojado por ese futuro trágico que había vislumbrado, se examinó sus partes nobles y dio cuenta que ya había sido contagiado al verse con pequeñas marcas oscuras.
Parecía todo inevitable para ambos pero decidieron recurrir a Baal nuevamente para que les ayudase con estos imprevistos y también para agradecerle todo lo que les había dado. Enrumbaron nuevamente a las montañas y se pusieron al hombro lo necesario para volverle a invocar. Reunidos una vez más junto al fuego los hombres iniciaron las oraciones y los cánticos que le atrajeron inicialmente e hicieron los sacrificios acostumbrados y prendieron los inciensos con devoción levantando súplicas pero esta vez no paso nada. Se preguntaron si tendrían que ir hasta el mismo templo en Palmira o si el sacrificio hecho no era suficiente para volver a atraer a su señor. La desesperanza se apodero de ellos habiéndose miserables por las desgracias futuras que tendrían que afrontar sin poder remediar el pesar que acarrearía. No era suficiente el conocimiento ni la riqueza brindada para luchar contra la muerte o la enfermedad. Una nube de moscas verdes entro por la cueva y rodeo todo el espacio que ellos habían dispuesto para los animales tomando el enjambre una gran forma humana y abriendo unos ojos rojos que asustaron de muerte a los dos.
El mosquerío pronto se convirtió en un hombre hermoso y grande que vestía sedas y joyas de rey. Les miró con despreció y les dijo: “¿Otra vez ustedes? ¿No les he dado ya lo que me han pedido?¿Qué desean ahora?” Al decir esto se sentaba en una gran piedra al fondo de la cueva donde revelo sus rodillas, con una cabeza dormida cada una respectivamente. Una de un toro y otra la de un gato.
Ambos le contaron uno a uno las visiones que habían tenido y como uno de ellos acudió a un nigromante para que confirmase lo temido. Esto último le hizo sonreír sarcásticamente por la ignorancia que ambos tenían de aquellas artes. Mientras este escuchaba ambas confesiones jugaba con una pequeña piedra brillante que poco después se pudo reconocer como un zafiro. Cada destello de luz que creaba era interminable y mientras uno decía lo que le había pasado el otro asombrado miraba como bailoteaba en la mano divina una luz de inmensa belleza. Esta luz podía atravesar el tiempo y darle una certera apreciación de lo que le esperaba. Cómo iban a perecer siendo justo el castigo. Este hombre que fue el primero en hablar tuvo entonces mientras su compañero rogaba por su suerte una revelación. Pero este entendimiento llego con paz y sumisión, por un camino de flores en el cual poco a poco se alzaba el gran creador de las cosas purificando sus males y dejando esta vida de piel y polvo. El cantar de una joven odalisca le seducía tiernamente haciéndole sentir esperanza y seguridad por su futuro, estaba siendo invitado al abandono del control lejos de todo. Era la muerte quien cantaba.
Dándose cuenta de que su compañero ya había terminado de hablar pidió en nombre de ambos que regresasen en el tiempo para prevenir estas desgracias pero esto no estaba permitido para nadie en la tierra. Así lo explico el más poderoso en esa cueva a los demás. Por más viejo que sea no podía alterar el orden o sería castigado junto a todos los habitantes de su hogar en los abismos ardientes. Había que asumir la responsabilidad de sus acciones y había que saber al final de todo el verdadero precio de su conocimiento y fortuna. Por incumplir en este acuerdo serán castigados dijo.
De inimaginable agonía fueron los gritos desgarradores que emitieron ambos hombres en aquella cueva esa noche, de una crueldad ajena a la tierra y a la vida que en ella crece las torturas y vejaciones que sus cuerpos sufrieron al ser devorados por la furia de lo que no podían controlar. La sangre derramada en el suelo y las partes de materia húmeda que pertenecían a los pobres mutilados pronto empezaron a llamar a las moscas y estas a los hombres. En pocas semanas un altar se erguía con un nuevo ídolo que santificar para el pueblo. La leyenda que se contaban entre todos era que dos hombres tocados por Dios entregaron sus vidas por el bienestar de los demás inmolándose en una lucha encarnizada con dos demonios que lograron vencer. El dios Baal se había apiadado de ellos y les dio la paz que buscaban cuando les atormentaba sus heridas. Más gente devota de Baal adorando a estos mártires haciendo sus ofrendas de animales y de flores que atraían muchas moscas. Muchas moscas.
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